Michel Olguín Lacunza
Julieta Fierro recuerda que tuvo una participación muy activa, le tocó redactar libros y folletos, inventó talleres para niños y participó en varias entrevistas en la radio y la televisión.
El 11 de Julio de 1991 ocurrió uno de los eclipses solares más largos. Su duración fue de siete minutos y todo México se paralizó para contemplarlo, recordó Julieta Fierro, investigadora del Instituto de Astronomía de la UNAM.
Estos eventos astronómicos se forman por una coincidencia extraordinaria de la naturaleza. La Luna, vista desde la Tierra, tiene aparentemente el mismo tamaño del Sol, y de vez en cuando este satélite pasa justo delante de nuestra estrella, lo cubre totalmente y todo se oscurece.
Son poco frecuentes porque la sombra de la Luna es “pequeñita” y no todos los países lo pueden ver. Además, duran muy “poquito”, porque los astros parecen del mismo tamaño.
De vez en cuando la Luna está más cerca y se ve un “poquito” más grande que el Sol y es cuando los eclipses son más largos. Esto sucedió en aquel 1991, un evento que fue visto en gran parte de la República Mexicana, incluida la Ciudad de México.
Los recuerdos
En esa época, un eclipse tan largo era muy atractivo para los científicos que estudian el Sol, porque no había tantos satélites dedicados a investigar esta estrella.
El Sol no se acaba en la parte que vemos en este círculo que se encuentra a simple vista, sino que se extiende más allá. Todo el tiempo, el astro se está evaporando, produce un viento y los campos magnéticos del Sol lo arrastran. Cuando se da un eclipse solar tan largo, los astrónomos pueden observar las zonas externas de su corona.
Cuando la Luna cubre completamente al Sol, llega la noche, se ven las estrellas y todo el horizonte se ilumina. “Es una belleza extraordinaria”. Pero si las personas observan el fenómeno antes de que sea un eclipse total pueden dañar su retina y perder la vista.
En aquella época, Alfonso Serrano director del Instituto de Astronomía de la UNAM, identificó el peligro y alertó a las autoridades que respondieron muy bien. “Así se formó un comité inter-secretarial y me invitaron a formar parte”.
Por primera vez Julieta Fierro se reunía con altos funcionarios mexicanos: el secretario de Comunicaciones y Transportes, porque había que visitar varios lugares y el secretario de Salud, para cuidar la retina de las personas, además del secretario de Gobernación que coordinaba todo.
El comité viajó por todo el país donde se vería el eclipse. Era la primera vez que Julieta Fierro viajaba en aviones con altos funcionarios. “Los científicos nos vestimos de una forma más desenfadada y no estaba habituada a que me dieran un beso y me quedara el aroma de las colonias de los funcionarios”.
Por su parte, el Instituto de Astronomía no sólo contribuyó al alertar sobre el peligro, sino que también probaron los filtros que se repartirían a las personas para verificar que fueran seguros. “Fue un trabajo espléndido”.
Julieta Fierro recuerda que tuvo una participación muy activa, le tocó redactar libros y folletos, inventó talleres para niños y participó en varias entrevistas en la radio y la televisión.
Al llegar el eclipse
Los astrónomos del mundo identificaron que la Paz, en Baja California Sur estaría despejado y sería el mejor lugar para ver el eclipse. A ese sitio fue Fierro Gossman, junto con el Comité.
El gobierno del estado les prestó las instalaciones de la Universidad de la Paz y un día antes llegaron al campus una gran cantidad de aparatos, radio antenas y telescopios súper complicados. “Era un ambiente muy bonito”.
Una noche antes del eclipse se nubló y había un viento “espantoso”. En la gran rueda de prensa que habían organizado estaba todo nublado y había mucho viento. “El viento volaba mi cabello y fue una cosa espantosa”.
Estaba el gobernador del estado y Julieta Fierro estaba “asustadísima” ¿Si seguía nublado qué iba a pasar? Esa noche durmió a lado de sus hijos en una tienda de campaña. Al amanecer se despertó con el canto de los pajaritos y se preguntó: ¿me asomo o no me asomo? Al salir se encontró con un cielo despejado y limpio y sintió una inmensa alegría.
Recuerda que fue un eclipse perfecto, justo a la hora que tenía que suceder. Se vieron todos los eventos maravillosos como las sombras volantes (cuando el Sol se cubre, la atmósfera se modifica y se producen olas de sombra en el piso) y el anillo de diamantes. “Fue algo espectacular”.
La investigadora se recostó junto con sus dos hijos sobre una sábana blanca. “Estábamos en un éxtasis extraordinario, el horizonte se iluminó y fue un evento maravilloso”.
Algo curioso que le pasó a Julieta Fierro después del evento astronómico fue que la gente la felicitaba en la calle y le decían “¿cuándo va a organizar otro eclipse? Porque este le quedó muy bonito”.
El mecánico que arreglaba su auto le llevó un ramo de flores porque por primera vez había podido ver un eclipse y él estaba convencido que Julieta Fierro había tenido algo que ver con el evento.
Los siguientes eventos astronómicos
En México serán visibles próximamente dos eclipses solares: el primero se verá en la Península de Yucatán en octubre del 2023, pero en esta ocasión será anular. Es decir, que se verá un anillo alrededor de la Luna.
El segundo, será visto en abril del 2024 y se verá desde Mazatlán hasta Coahuila.