Por fin concluyeron las campañas, después de dos meses de escuchar los mensajes de los candidatos a la diputación federal y un mes de escuchar las peroratas de los candidatos a la diputación local y a las alcaldías, llega el tiempo de guardar silencio.
Ahora solo resta esperar a que llegue el gran día y valorar qué tanto valió la pena haberse metido en esta aventura, que para algunos fue perder prestigio y revelar secretos de familia e incluso poner al desnudo la vida íntima, pero para la mayoría fue nada más una pérdida de tiempo y de dinero. Pocos serán los que saldrán ganando en esta contienda, que disfrutarán del triunfo, para luego saborear las mieles del poder.
Para los candidatos que ya han participado en otros procesos no hay nada nuevo bajo el sol, fue como volver a ver la misma película; sin embargo, para quienes por primera vez intentan ocupar un cargo de elección popular, andar en campaña fue como hacer un viaje de mochilero, pero en las colonias, congregaciones y ejidos, descubriendo el otro México, donde el rezago y las carencias prevalecen por sobre el bienestar y el progreso.
Recorrer las colonias casa por casa fue para la mayoría de los candidatos, descubrir la otra cara de la ciudad, caminando por calles abandonadas donde no hay alumbrado público, ni red de drenaje, ni alcantarillado, ni desagües; donde el agua potable es un lujo al que pocos tienen acceso. Ahí donde las calles están llenas de baches, con camellones enmontados o cubiertos de basura que los perros llevan de aquí para allá.
LÁSTIMA MARGARITO
Cuando les den la constancia de mayoría a los candidatos ganadores, tal vez se den un tiempo para repasar sus apuntes y ordenar las peticiones, que ingenuamente les fueron entregadas por los líderes de colonia o los jefes de manzana, para darle curso a estas solicitudes que seguramente también les fueron entregadas a los demás candidatos.
Entre los perdedores, pocos, muy pocos regresarán a cumplir alguna promesa, a entregar una silla de ruedas o un kit de medicinas, porque al saberse perdedor, al paso de los días la mayoría tratarán de olvidar este viacrucis, borrando de su mente las escenas tristes, las calles mugrientas y las familias en la miseria que por un momento vieron en los candidatos la esperanza de una ayuda y la posibilidad de cambiar el rostro de su calle o el bienestar de los suyos.
Como decía aquel programa de Víctor Trujillo “Lástima Margarito…”, los candidatos no regresarán y no volverán a devolverle el saludo a nadie, mucho menos un abrazo, pero no se aflija que en la siguiente campaña ahí estarán de nuevo tocándole la puerta.
Es poeta, redactor y fotógrafo originario de Puebla, radicado en Coatzacoalcos, Veracruz. Ha escrito varios libros de poesía y narrativa como Archivo de Sueños, Corazón de Metal y El Lugar Común, así como el poema Viajar es Regresar.