Si algo positivo dejó el segundo informe del presidente Andrés Manuel López Obrador el martes anterior, fue, más allá del recuento de actividades y acciones propias del estado, el tono relativamente moderado de su mensaje político.
Se sabe que no es de escuchar opiniones distintas a lo que cree, pero parece que en esta ocasión la bajó un grado a su arrogancia permanente, a ver hasta cuándo.
Esta vez, luego de recordarnos que tiene el 71 por ciento de aceptación y que con eso le basta para seguir con su plan gubernamental, dejó de echar todas las culpas a las administraciones pasadas, a los conservadores, a los neoliberales e incluso a medios de comunicación y de paso a periodistas y comunicadores luego de traerlos de encargo desde hace, por lo que se ve, con razón o sin ella, desde hace años, de todo lo negativo que ocurre.
Ahora que es presidente, con los recursos del poder constituido a su mano –ejecutivo, legislativo, judicial y algunos gobernadores de su partido y afines- la verdad, con todo ello, no la tiene nada fácil.
Ya es público que la economía registró una baja de al menos 8 por ciento del producto interno bruto este ya casi finalizado, degrado y desnivelado 2020 debido a los dos factores que marchan juntos: pandemia y recesión económica.
Remontar esta crisis global y recuperar tasas de crecimiento y desarrollo no se aprecian en el corto y mediano plazo, pues los factores antes referidos no asoman aún ni siquiera el principio del fin.
Es evidente que el gobierno atiende prioridades sociales en educación, salud, servicios, infraestructura, seguridad, justicia, ejército y marina; sus programas sociales.
Lo hace con los recursos disponibles, ahorros y reordenamiento de los gastos, hasta ahí, pero son insuficientes, mientras en su despacho de Palacio Nacional tendrá en sus manos el quemante proyecto de una auténtica reforma fiscal que le permita allegarse de más recursos y recaudar mejor de lo que ya se está haciendo.
Antes de las elecciones no dará un paso en esta última dirección, aunque sí traerá a la opinión pública atenta con detenciones al por mayor y la caída de dos que tres peces pesados de distintas corrientes que hicieron dinero al por mayor a costa de todo, por ahí asoman Emilio Lozoya, Emilio Zebadúa, Rosario Robles, César Duarte y otros que arañan el sueño del señor que vive en Madrid.
En su mensaje político el jefe del ejecutivo expuso:
“No todo es perfecto ni aspiramos al pensamiento único ni al consenso; estamos conscientes de que existe oposición a nuestro gobierno y eso es legítimo y normal en una auténtica democracia, máxime cuando se está llevando a cabo una transformación impulsada por nuevas ideas liberales que buscan acabar con privilegios de minorías conservadoras, acostumbradas a medrar al amparo del poder económico o del poder político.
“Sin embargo, la mayoría de los mexicanos está respaldando a nuestro gobierno; en la última encuesta, porque yo tengo otro dato, el 71 por ciento de los mexicanos, desean que sigamos gobernando y con eso tenemos. Eso es lo fundamental: el apoyo de la mayoría del pueblo. Como decía el presidente Juárez: con el pueblo todo, sin el pueblo nada”.
Sí pero con todo el pueblo, su tarea es gigantesca para remontar los desafíos de salud y económicos referidos, a ver si le da tiempo de equilibrar esa balanza por el bien ahora sí que del país entero, con sus datos y otros datos.
Escritor y periodista