En su Diario de guerra, George Orwell lamentaba la manipulación de las noticias, las mentiras propagadas en los periódicos y la radio: “Lo que a mí me molesta es la continua afirmación de que estamos infligiendo enormes bajas, que los alemanes avanzan en formación cerrada y son cortados en pedazos, etc., etc. Exactamente lo mismo que se decía durante la batalla de Francia”.
En el siglo XXI la guerra se libra en las redes sociales y en las diferentes plataformas multimedia. Hubo un cambio de paradigma en la comunicación, la tecnología está al alcance de todos los civiles, de cualquier persona, y cuando se suscitan episodios violentos, guerras, levantamientos armados, muchas personas, sin preparación, sin contexto inmediato o conocido, levantan información a partir de sus objetividades y de lo que están viviendo en el instante, señala Ariadna Razo, profesora de la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales.
Opina que la tarea como periodista es considerar ese material como otra fuente de información que debe corroborarse a partir del contexto general. “Se puede tomar como material de referencia, pero tienes que verificar porque también hay imágenes y videos que se fabrican y que a veces no corresponden con lo que está sucediendo. Tu responsabilidad como periodista es revisar esa información, verificar que sea fidedigna, y después tal vez utilizarla a manera de material que te proporcione ciertas imágenes, sobre todo cuando no tienes un corresponsal en el territorio. Tu obligación es darle contexto, porque si no son versiones aisladas”.
Recuerda cómo eran los procesos tradicionales de coberturas de conflictos: “Cuando se suscitaba un proceso de guerra o de guerrilla, un levantamiento armado en cualquier territorio, generalmente tú mandabas a un corresponsal de guerra, que era un profesional entrenado para tomar esa clase de cobertura. El corresponsal sabía qué lado de la guerra o del levantamiento armado cubrir. Un ejemplo de esa forma de trabajar podría ser Oriana Fallaci, quien cubrió la guerra de Vietnam del lado vietnamita, y por otra parte está Michael Herr, quien cubrió el lado estadunidense”.
Añade que a partir de esa información que cubrían, la investigación que hacían y con el levantamiento desde diferentes puntos de vista, con el diarismo tenías una versión, a nivel de trinchera, de lo que estaba pasando en algunos lugares de la guerra. Había una especie de contrapeso de la versión oficial que trataba de legitimar, ya sea la justificación de la guerra o cualquier otra decisión que se tomara”.
Respecto al actual conflicto en Ucrania, acota que “no obstante que recibimos una narrativa occidental, no hay que perder de vista los medios locales independientes y que están en contra del régimen ruso. En el caso de Rusia está Novaya Gazeta, que ganó el Premio Nobel de la Paz en 2021. Una de sus corresponsales, aunque nunca se asumió como tal, fue Anna Politkóvskaya, quien cubrió la segunda guerra chechena de 1999 a 2004. A partir de esa cobertura –las masacres que sucedieron en Chechenia– es que se puede recuperar esa versión que no es Occidental y netamente autocrítica de lo que estaba haciendo Putin desde la óptica de una periodista rusa. ¿Qué es lo que nos afecta a nosotros? Obviamente la barrera del idioma.