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Con cariño, a mi amigo Carlos Ferreyra

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Raúl Pérez López Portillo

Setenta y pico de años de la Feria del Libro de Madrid, son toda una vida. El recinto, un hermoso parque, El Retiro. En el acamparon las tropas de Napoleón Bonaparte y con los años, lo que era recinto real, se convirtió en uno de los paseos más hermosos de Madrid, lleno de árboles centenarios y un estanque acuoso. Hoy es la sede de la popular Feria librera más importante de España. Suele coincidir con la Fiesta de San Isidro, patrón de la ciudad y con la decaída Fiesta de toros. En la pradera de San Isidro, cerca de la ermita del patrón hacia el sur oeste, Francisco de Goya pinto varios de sus famosos óleos. Las verbenas contagian la alegría de los madrileños, como lo hace la Feria del libro, que por primera vez, tras la pandemia del Covic 19, se celebra sin restricciones y al aire libre, sin mascarillas. El año pasado hubo Feria con restricciones y la Feria fue un remedio de otras. Dos años no hubo Feria. En 2022, por fin hubo una Feria del libro normal. He participado en esta con el gusto de ver la voracidad lectura de los habitantes de la capital española. Firme libros, no tanto como hubiera deseado, pero suficientes para estar satusfecho, igual que mi editor, Ramiro Domínguez, que también pública a más autores, libros de Historia, biografías, arte, música…

Suele llover en mayo y junio, meses de Feria y esta vez no hubo. Es mes de calor, esta vez, por encima de los 33 grados. La Feria termina este domingo, tras tres semanas de contactos entre libreros, publico, editores, conferencias. Como yo, otros presentaron novedades editoriales, en mi caso, presente mi último libro, La República de Carlos Fuentes, la única biografía -según yo, y hasta que me demuestren lo contrario- del escritor mexicano.

El libro me ha gustado a mi y a la viuda de Fuentes, Silvia. Ya con ello, lo considero un éxito. Doce años de trabajo, investigacion, escritura, correcciones y paron (debido a la muerte de Fuentes) con ocho años parado por esa y otras circunstancias, bien ha valido la pena el esfuerzo. Agradecido quedo también con mi editor, por su confianza, porque me ha publicado otros libros sobre México Y los mexicanos antiguos (mayas, aztecas) Chiapas y los zapatistas…

Bueno, la gente pasa, niños, con sus padres y abuelos, se para en las casetas, pregunta, toca ejemplares, pregunta el precio, la historia del libro y si esta el autor comienza un diálogo fructífero. A veces, sin suerte. O el libro no le convence. Da media vuelta y su va. Pero como la corriente es incesante, vienen a sectores, buscando novedades, pregunta por tal temática o por equis autor… Ni falta el diálogo y su vienen bien las vidas, uno saca la pluma, pregunta el nombre de tu nuevo lector y plasmas «Con cariño para Pedro, Juan, Alicia, Mónica… «. Todos contentos, dos por lo menos, el autor y el editor. Más tarde vendrá el análisis, la reflexión, el gusto por la lectura… O la decepcion.

Hay libros para todos los gustos, novela historia, cómic, educativos, ilustrados… Pero para todos hay en la Feria. La República de Carlos Fuentes es una historia de un hombre que nació en Panamá y murió en México, pero también es una historia de sus amigos y sobre todo, de un cosmopolita que era actor, escritor, cuentista, dibujante, diplomatico, orador, conferenciante, guionista… Digamos que es la historia de México, Chile, Francia, Reino Unidos Estados Unidos, Brasil, Argentina, Italia.

Lo que uno aprende cuando se investiga, se atornilla el culo en la biblioteca, llama por teléfono, escribe cartas, correos electrónicos, entrevista amigos y/o enemigos, sueña con Fuentes, tiene pesadillas… Doce años dando la lata, para que a algunos, les duela gastarse unos pocos duros, pesos, dólares y no lo diga o lo piense, para sugerir que se lo regale, como si algún albañil trabajara gratis; nadie dice, regalame una pared de ladrillos.Escribir es muy duro, si señor. Trabajo solitario, encerrado en cuatro paredes, echándose de vez en cuando un trago… Da satisfacción cuando un lector compra tu libro, y te pide que le escribas unas líneas y si saben que te gusta dibujar, hasta te pueden pedir unos trazos. Y zas, aquí está el libro, la firma y el dibujo, esperando que los libros se vendan como pan caliente, pensando que a la autora le costó recorrer una veintena de editoriales, para que le publicarán Harry Potter. Uno llega a casa con buen ánimo, pensando en el siguiente libro.

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