La gran esquina de todas las naciones es cuando por unas u otras razones se encuentran, se topan o se rozan los derechos y obligaciones de la ciudadanía y del gobierno.
¿Es correcto que individuos u organizaciones de cualquier índole recurran a las leyes vigentes con el propósito de salvaguardar lo que consideran sus derechos frente al estado?
En los regímenes democráticos, pues sí.
Pero el gobierno también tiene sus derechos y puede recurrir a argumentos como la seguridad nacional para llevar a cabo acciones de lo que considera interés público.
Los sistemas políticos siempre están sujetos a las inevitables diferencias que se dan precisamente entre las constituciones y las democracias, es decir los derechos de libertad que están garantizados.
Recuerdo al recién fallecido director de la División de Estudios Políticos del Centro de Investigación y Docencia Económica (CIDE), Ignacio Marván Laborde, en una conferencia dictada en la Cámara de Diputados hace una década en el Seminario Los Periodistas y el poder, organizada por el gran Miguel López Azuara, a su vez coordinador de Comunicación Social de este órgano legislativo.
Reproduzco esta parte por el interés de lo que nos acontece en México
Allí expuso Marván Laborde:
“…Quiero remarcar que más allá de lo que nos digan los juristas, toda constitución escrita es un pacto político hecho fundamentalmente entre los políticos del momento, en torno a cuestiones muy concretas, políticas muy importantes.
“Primero, los límites de la acción del gobierno y de la autoridad frente al individuo en algunas, digamos, sobre todo después del siglo XX, los derechos colectivos que están reconocidos y que hay que proteger, que la autoridad tiene obligación de proteger.
“Desde luego, cómo se elige a las autoridades, a quienes van a tener poder y decisión, lo que se refiere al sistema electoral, cómo se va a distribuir entre la autoridad el poder de decisión en el sentido horizontal: Ejecutivo, Legislativo, Judicial.
“En el sentido vertical, dependiendo si es un Estado federal, estados-federación, o si es más un Estado centralizado, qué grado de descentralización va a haber, en términos territoriales, de los poderes de decisión.
“Desde luego, también, sobre todo a partir de la Segunda Guerra Mundial, orientación y mecanismos de intervención del gobierno en la economía y en el bienestar, lo que se llama Estado social y democrático de derecho.
“Eso es lo que se define en una Constitución, pero como ustedes pueden ver, digamos, son cosas que se pactan políticamente de cómo van a quedar, qué se puede hacer, qué no se puede hacer y cómo se puede hacer en torno a estos problemas; hasta dónde llega la autoridad, hasta dónde llega el individuo, cómo se distribuye el poder. Ese es el pacto político que está contenido en una Constitución.
“Hay una tensión permanente por ello entre constitucionalismo y democracia. O sea, normalmente, a veces, casi casi los usamos como sinónimos cuando en realidad son, en cierta medida o en buena medida, antitéticos.
“Simplificando las cosas: Democracia es la toma de decisiones por una mayoría, pero una Constitución lo que significa, precisamente, es lo que no puede decidir una mayoría; son garantías a las minorías, garantías a la sociedad de que hay cosas que, aunque se forme una mayoría, sólo las puede decidir conforme a procedimientos especiales.
“Desde esta perspectiva, la Constitución y el constitucionalismo es precisamente un límite a la democracia.
“En ese sentido hay tensión entre ambos, aunque a ambos les suenen bien, como positivos, importantes y demás, son elementos en cierta medida antitéticos”.
Viene a colación porque el gobierno actual, vertical en algunas determinaciones, incursiona en tantos campos de acción que venían distorsionados desde muchos años y que devinieron en una tremenda corrupción, impunidad y desequilibrios sociales, lo cual por supuesto trastocar intereses trae muchas consecuencias.
Sin embargo, la sociedad también está en su derecho de exigir que se cumpla la constitución y las leyes y que el ejecutivo sea más vigilado por el legislativo y el judicial cumpla su parte con toda seriedad ante un mundo globalizado y enormemente complejo.
Más vale, finalmente es la democracia.
Atraques:
1. Los militantes de Morena de 20 estados se congregaron el sábado para elegir a sus congresistas nacionales y en algunos lugares hubo diferencias entre ellos, ya se sabe que las pasiones del poder suelen registrar pasiones y no fueron excepción. Ya tomarán cartas en el asunto los directivos de ese partido.
2. Las condiciones de las autopistas; de carreteras en México, federales y estatales, requieren, supuestamente, un programa permanente de mantenimiento pues son básicas en el crecimiento económico. Hay que darse una vuelta de Monterrey a Tampico, de nervios.
3. Vaya que el asunto migratorio tiene todo tipo de implicaciones para México. Muchos intereses y el caso es que llegan diario a las fronteras del sur, Tapachula, principalmente, de mil 500 a dos mol personas cada día, a solicitar permiso de tránsito hacia los Estados Unidos. Esto no para y los gobiernos centroamericanos dormidos en sus laureles.
Escritor y periodista