Mauricio Carrera
Llevo en mí un misticismo de que todo es inútil, de que nada perdura, de que el olvido será la consecuencia de mis acciones humanas. Llevo en mí una creencia de hedonista y autoayudado, de que la vida es para vivirla y gozarla, y no dejo de escuchar esa vocecita interna que me dice “ánimo”. Entre esa angustia y esa esperanza alegre de los goces del mundo, está la tensión vital que me habita. Es como ansiar el abismo y ser detenido por el amor y la belleza antes de aventarme y perderme en el vacío. Es como tener un pavorreal y un tigre de bengala en la misma jaula, como aspirar a iluminaciones tibetanas y ser un pícaro urbano que se juega la vida en un volado.
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