Filmando con Roberto Cobo, «El Jaibo» en «Los Olvidados». Muy joven, se ganaba la vida en carpas, bailando con el apodo de «El Calambres», tenía un estilazo.
Su tía Chofi, hermana de su mamá, le había enseñado a bailar y él sentía que tenía éxito con el público cuando hacía números de relleno para completar las funciones.
El baile le había ayudado a tener músculos fibrosos, tenía los párpados caídos y muchos admiradores pero no ganaba el dinero suficiente para salir de pobre. Alguien le dijo que fuera al edificio de productores que estaba encima del cine Chapultepec, en la avenida Reforma, a unos pasos del castillo.
Llevó unas fotos en las que puso sus datos y las fue dejando en las oficinas. No muy entusiasmado, tomó el elevador para retirarse y este se detuvo en el siguiente piso, donde subió un hombre calvo de ojos saltones y patillas largas que se pasó el viaje mirándolo.
Cuando llegaron a la planta baja, el hombre con acento español le preguntó qué hacía ahí. Roberto, que era un gandallita de barrio sin miedo a nada y vestía una camiseta que dejaba ver sus biceps tensos, contestó que era bailarín y buscaba trabajo en alguna película.
El hombre le preguntó si quería presentarse al día siguiente en las oficinas, donde él estaba haciendo pruebas de cámara para una producción. Roberto le dijo que sí y al día siguiente se presentó en la productora. El hombre calvo de ojos saltones lo recibió amablemente y lo metió a un pequeño foro improvisado en una oficina, donde había dos luces y una cámara de 35 mms. puesta contra una pared gris.
Lo colocó frente a la cámara y le pidió que dijera la frase «a mí el que me la hace me la paga». Roberto tenía que ver la cámara y decir la frase. Hicieron la toma uno, el hombre pidió la toma dos, Roberto dijo la frase como lo había hecho en la toma uno, el hombre pidió la toma tres, la cuatro, la cinco, así hasta la toma quince.
El hombre calvo era Luis Buñuel. Roberto nunca cambió el tono pero quedó contratado para hacer el papel de «El Jaibo», en la película «Los Olvidados», obra maestra del cine universal.
Cuarenta años después, me contó la anécdota mientras rodábamos «La Leyenda de Una Máscara» y Maryse nos tomó esta foto con una cámara polaroid que nos servía para dar seguimiento a la continuidad de la misma. Saludos, PpBui
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