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La RAE desapareció la CH y la LL. Es una cingadera de la que no nos salva ni el cavo del oco ni el capulín colorado.

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Roberto Fuentes Vivar

A la Real Academia Española de la Lengua le ha dado por cambiar. Como si quitarse la vetusta vestimenta que la ha caracterizado durante décadas, para adoptar un supuesto traje a la medida de la modernidad, le eliminara el aroma a viejo que despide.

Hace unos años (primero en 2006, luego en 2015 y recientemente en 2020) intentó eliminar la “Ñ” pero tras las reacciones de representantes de más de 580 millones de habitantes del mundo hispanohablante, parece haber decidido prorrogar esa propuesta. ¿Se imagina usted que haríamos sin niños, años, sueños, pequeños, añejos, extraños, peñas, compañeros, montañas, lagañas, arañas, otoños, señas, albañiles, pañuelos, retoños, preñeces, mañanas y muchas otras palabras? Definitivamente se haría un daño tan entrañable que hasta España se quedaría sin nombre.

Ahora dictaminó quitar del diccionario las letras “CH” y “LL” y su comunicado señala: “Se excluyen definitivamente del abecedario los signos ch y ll, ya que, en realidad, no son letras, sino dígrafos, esto es, conjuntos de dos letras o grafemas que representan un solo fonema. El abecedario del español queda así reducido a las veintisiete letras siguientes: a, b, c, d, e, f, g, h, i, j, k, l, m, n, ñ, o, p, q, r, s, t, u, v, w, x, y, z”.

La RAE también definió un solo nombre para las letras ‘y’, ‘v’ y ‘w’. En el caso de la primera que conocíamos como ‘Y griega’, pasa solo a ser ‘Ye’; mientras que para la ‘B’, sólo se llamará ‘be’, y la ‘V’ pasará a ser ‘Uve’. Además, ya no se usarán expresiones como: be alta, be larga, ve baja o ve corta. Y la ‘W’ pasará a ser ‘doble uve’.

En síntesis a la CH y a la LL “se las (l)levo la c(h)ingada”, pero también a la bel(l)eza (suena casi como vileza), por lo que es probable que ahora cocinemos en o(l)las y cuando el sexo nos llame nos dediquemos a fo(l)lar (como dicen en España) o a c(h)ingar como decimos en México.

En el aspecto culinario mexicano quizá tengamos que pedir unos tacos de cicarron en salsa verde, unas garnacas, unas enciladas, unos cilaquiles, unos capulines (no de árbol, sino de los que saltan), unos cicles (para el aliento), cocinita pibil, cocolate (en barras o caliente), un camorro de cocino (o canco), o mucos otros alimentos más que tienen la CH en su nombre. ¡Son un coro o un cingo!

En lo político internacional Cina es la principal economía mundial y Cile es uno de los países de Sudamérica, mientras que la República Ceca es algo así como el ombligo de Europa. La Concincina fue parte de la Indocina francesa. Y seguramente el Ce Guevara tendría que cambiar, aunque seguirá siendo un icono para milones de personas.

En lo político nacional seguramente ahora muchos abogados y administradores seguirán haciendo canculos ya sea en sus oficinas o en las cales. Algunos los harán a las matalascalando y otros tendrán que lorar o cilar cuando los metan a la cárcel. Y muchos les seguirán falando a sus electores.

Dentro de la República Mexicana los cihuahuenses, los ciapanecos, los campecanos y los micoacanos, tendrán que cambiar sus gentilicios, al igual que quienes viven en Colula, Puebla, o en Cimalistac en el Vale de México.

En el lenguaje cotidiano que pasaría sin la LL. Un mensaje podría ser: “te lamo porque ya voy a legar, levo la cena, pero nada más acabe la luvia. Perdí la lave de la casa y estoy al borde del lanto porque se me ponchó una lanta”.

Y sin la CH: “me llevé un casco con ese camaco, el más cavo de todos. Tenía cispa y era bueno para contar cistes y para la carla, pero hace cada cingadera. Cocó el coce por andar de ciflado. Estaba hasta la madre por fumar curros y beber campaña. Hasta falsificó un ceque. Ahora tiene un coro de deudas. Ojalá le den cance de levantar cabeza y encuentre camba”.

¿Se imagina usted como se dirá cállate chachalaca sin la CH y la LL? Pues sí: ¡cálate cacalaca!

Es cierto que la Academia Española de la lengua explica: “La eliminación de los dígrafos ch y ll del inventario de letras del abecedario no supone, en modo alguno, que desaparezcan del sistema gráfico del español. Estos signos dobles seguirán utilizándose como hasta ahora en la escritura de las palabras españolas: el dígrafo ch en representación del fonema /ch/ (chico [chíko]) y el dígrafo ll en representación del fonema /ll/ o, para hablantes yeístas, del fonema /y/ (calle [kálle, káye]). La novedad consiste, simplemente, en que dejan de contarse entre las letras del abecedario”.

Sea como sea, cambiar por cambiar ¡Son cingaderas!

Dice el filósofo del metro: aunque sean bien cingones, de esta no nos salva ni el capulín colorado ni el cavo del oco.

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