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La soberanía perdida…

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Carlos Ferreyra Carrasco


No voy a meterme con este asunto, bastante manoseado por los chismosos del feis. Sólo recordaré el viejo cuento (plantillas le dicen en mi rancho) del político que fervoroso de sí mismo, describió su papel en el mundo como enviado de las divinidades.
Creo que la primera ocasión que lo escuché, el expositor se llamaba Dámaso Cárdenas del Río, un generalote que vivía en Guadalajara y desde allá gobernaba Michoacán.
Hacemos referencia hoy a Jesucristo, al que no hemos visto en muchos siglos. Estaba el adorado (por sí mismo) político exponiendo con cierto pudor sus virtudes y sus afanes en bien del pueblo bueno, cuando apareció por cualquier lado el original Jesús.
Pasmo del orador y de los escuchas cuando el Hijo del Hombre resumió sus logros, advirtiendo que nunca habitó palacios ni lanzó diatribas u ofensas contra quienes no pensaban igual.
Al terminar su discurso, preguntó a la concurrencia si había coincidencias entre el político y el representante de Dios ante la tierra. A una voz todos respondieron afirmativamente.
El visitante, malévolo, preguntó: si somos tan iguales ¿por qué no lo han crucificado? Este cuentecillo lo habrán publicado los adoradores de Hitler, Mussolini, Mao, Stalin y otros iguales.
Circulando por caminos de Puebla, me crucé con un camión cisterna blanco, albo como pureza pejiana, como corresponde sin placas ni número económico, eso sí, con un letrerito que pretende ser discreto y se aprecia a simple vista: RECOBRANDO SOBERANÍA.
Minutos previos, bajo un puente y en forma relativamente discreta, un cartel colorido anuncia la venta de gasolina a precios más baratos que cualquier expendio en el estado. Dan ubicación, pero no precisan calle sino simplemente la población, una de las que es conocida porque se encuentran en el triángulo huachicolero.
Y para mejorar el asunto, apenas avanzamos unos cuanto kilómetros y una pandilla de infantes, todos entre los diez y quizá quince años de vida, cuidan el medio centenar de recipientes de plástico repletos de gasolina; algunos camioneros se detienen, los compran y siguen viaje.
Mientras el camión cisterna blanco, nuevo, recorre los caminos en busca de la soberanía perdida.
Este asunto de las gasolinas robadas me parece igual al de los consumidores de mariguana, ciudadanos comunes y corrientes que apelan a su derecho a envenenarse con refrescos o con drogas. Da igual.
Como consecuencia de los reclamos de los compradores, los delincuentes matan, asesinan sin medir peso, edad, sexo o consecuencia. Sin comercio, se acaba la producción, parece más que obvio.
Aceptemos, por tanto, que consumidores de gasolina robada y consumidores de mota, son responsables de los asesinatos que son el pan de cada día.
Conocemos, gracias a Epigmenio, las inconmensurables riquezas que Forbes, esa biblia exterior que lo mismo cuelga sin pruebas miles de millones de dólares a Fidel Castro, atribuye a El Chapo, como si este hubiese puesto a disposición declaraciones de impuestos por siembra, cosecha, procesamiento y comercialización de sus productos.
A la vista y con envidia pública, conocemos a los “ricarditos” nacionales. No los que aparecen en páginas de sociales sino a los hijitos de papá narco o papá político, que son dos de las formas más vergonzosas de ganarse el diario sustento. Al menos en México.
Buscan a un jefe de jefes de la venta clandestina de combustibles en la zona de Salamanca, donde se han protagonizado una serie de asesinatos masivos y la muerte de un estimable exsenador, Gilberto Muñoz Mosqueda, líder de los petroquímicos que nunca aceptó arreglos que afectaran su encargo con Petróleos Mexicanos o con sus representados.
Encuentran más de 200 vehículos de súper lujo, pero también cisternas equipadas para ordeña de ductos y hasta ambulancias. Prevén otro accidente como aquel célebre que costó en Hidalgo la vida a 130 ladrones de combustibles. A cuyas familias, dijo el presidente asignaría indemnización permanente.
¡Ah! y les levantaría una estela con los nombres de los bandidos fenecidos en el fallido acto de sustraer riqueza del pueblo.
¿Es posible que la autoridad no haya detectado la ofensiva fortuna de un individuo cuya colección automotriz incluye autos que ni Obama tiene? No sé si los yuniores políticos actuales estén exentos de tales lujos como Lamborghini, Ferrari, BMW en diversas clases, Mercedes Benz igualmente en sus distintos tipos.
En este país hay que desconfiar de las zonas habitacionales donde se disfruta de tranquilidad. Es que allí moran los malos. Pero no es el caso de Salamanca y zonas aledañas porque los huachicoleros decidieron expandir sus negocios con secuestros, cobro de piso y otros impuestos de la Hacienda Pública.
Y luchar contra la invasión del Cártel Jalisco Nueva Generación, dicen los malevos: el favorito del sexenio y que por esta razón ha extendido sus tentáculos en Michoacán y Guanajuato, sin olvidar a Veracruz y Tamaulipas, uno por su extenso litoral en el Golfo y el otro por su frontera con el más redituable mercado.
Vale mencionar que las facilidades del gobierno gringo para el cultivo casero de mariguana, ha hecho a este producto poco apreciable. Pero están las drogas “de diseño” en la que somos pioneros. Y cuyos laboratorios fueron recorridos por agentes de la DEA y funcionarios de Seguridad Interior de Estados Unidos, en el viaje de helicópteros de Marina realizado antes de ordenar la captura de Ovidio, y organizado por el embajador de ese país en México.
El señor que hace “chopas con chocolate en leche y pan de muerto”. Es muy simpático, la verdad.
carlos_ferreyra_carrasco@hotmail.com

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Periodista antediluviano, corresponsal en el exterior y reportero en méxico.

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