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La UNAM coordina proyecto en producción pecuaria sostenible

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Con la asesoría de investigadores de la Universidad, rancho de Mérida se ha logrado consolidar en un sitio sustentable que además ayuda económica y socialmente a la zona.

Mérida, Yuc.- En el último siglo, la deforestación y fragmentación de las selvas y bosques en México y en América Latina se ha incrementado a una tasa sin precedentes. Entre las principales actividades que han generado la problemática están la agricultura y ganadería”, dijo Francisco Galindo Maldonado, profesor de la Facultad de Medicina Veterinaria y Zootecnia.

Las repercusiones ambientales de la ganadería convencional, basada en pasturas de monocultivo se han relacionado con la pérdida de biodiversidad, degradación del suelo, contaminación del agua, y con la emisión de gases de efecto invernadero.

Los sistemas ganaderos convencionales no sólo han repercutido en problemas ambientales, sino también en algunos de bienestar animal, lo que se relaciona además con una alta incidencia de enfermedades causadas por estrés. El talar los bosques y fragmentar los ecosistemas también aumenta el riesgo de tener brotes de padecimientos transmisibles al ser humano por esta pérdida de la biodiversidad.

Los efectos ambientales anteriores perjudican igualmente a los insectos polinizadores. Por ejemplo, las abejas deben de recorrer kilómetros sin vegetación y sombra para llegar a las flores donde hay néctar y luego regresar a su colmena. Otro caso son las aves, tanto migratorias como endémicas, que no tienen árboles donde refugiarse, explicó Javier Solorio, investigador de la Universidad Autónoma de Yucatán (UADY) y uno de los propietarios del rancho Kampepén.

Se trata de una situación preocupante, porque según la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura, para 2050 se estima un aumento de 50 por ciento en la demanda de productos de origen animal debido al crecimiento demográfico, agregó Francisco Galindo.

Buscando soluciones

Para ayudar a resolver esa situación, esta casa de estudios integró un equipo de trabajo junto con las universidades de Cambridge y la Autónoma de Yucatán, financiado por el Fondo de la Prosperidad a través de la Embajada Británica en México.

El objetivo es crear nuevas políticas públicas sobre el uso del suelo en México, para así tener un balance entre servicios ambientales y productividad ganadera.

Así, surgió el proyecto “Ganadería y ambiente”, que en la actualidad integra además a las universidades de Montpellier y Nottingham, y propone diferentes escenarios para mejorar los programas de incentivos a ganaderos. La idea es darles información científica que ayude a los productores ganaderos a crear acciones de mitigación para el cambio climático, procurar el bienestar animal, garantizar la provisión de servicios ambientales y mejorar su propio bienestar.

En este contexto, surgió el rancho sustentable Kampepén en Mérida, Yucatán. Mediante la asesoría de los investigadores de la UNAM y los conocimientos empíricos que manejan los dueños, han logrado consolidar una colaboración en un sitio sustentable que además ayuda económica y socialmente a la zona.

Kampepén

Ana María Sánchez tiene 85 años, es originaria de Michoacán y creció en un rancho rodeado de huertos de fruta: coco, naranjas y limoneras; también tenían animales como gallinas, patos y puerquitos. Además, era un sitio rodeado de ríos en donde la gente lavaba la ropa y los niños se bañaban.

Años después, debido a la delincuencia y el narcotráfico, el lugar se volvió inseguro. Ana María, casada y con 10 retoños, no quería moverse del lugar en donde había crecido feliz. Con mucho esfuerzo, ella y su esposo les dieron estudios a sus hijos. Algunos se fueron becados a Mérida, Yucatán, un sitio mucho más tranquilo.

Desde ahí, les pidieron a sus padres se mudaran con ellos, pero Ana María se resistía. Los jóvenes insistieron; la condición que ella puso fue que compraran un terreno y tuvieran huertos y animales.

Sus hijos obedecieron y compraron un terreno árido, lleno de piedras, maleza y sin vegetación. Poco a poco la familia lo limpió, construyó una casita y así surgió el rancho Kampepén, que desde hace 10 años ha sido asesorado por investigadores de la UNAM para que sea sustentable.

Poco a poco, transformaron el terreno árido en un paraíso lleno de árboles frutales que sirven de alimento a varias especies de aves, tanto migratorias como endémicas. Además, proporcionan sombra a los animales que habitan en la granja, les da mejor calidad de vida y los insectos tienen refugios para vivir.

Las vacas son alimentadas con una variedad de especies y granos para que tengan una mejor digestión. Con esto se disminuye notablemente la emisión de metano que producen y la contaminación es mucho menor que en las granjas tradicionales.

Todos los productos que elaboran, desde los animales hasta las frutas e incluso la miel, son consumidos por las familias que viven en la granja. En ocasiones, algunos son vendidos en la zona y se acaban rápidamente.

A decir de Ana María es muy importante cuidar los árboles, los animales y el agua, porque se trata de un beneficio para los mismos humanos.

Ella creció en una granja sustentable y adquirió los conocimientos de forma empírica; ahora los ha conjuntado con las recomendaciones de los investigadores de la UADY y la Universidad Nacional y así ha creado un hogar para ella, sus hijos y nietos.

A través de los años, la UNAM ha colaborado para replicar este proyecto en otros estados, como Campeche, Quintana Roo y Veracruz. Además, más de 30 estudiantes de posgrado se han titulado en los últimos 10 años por medio de varias investigaciones en estos sitios.

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