Mauricio Carrera
Soy un descreído. No hay dios, reencarnaciones, alienígenas, fantasmas. Si acaso, mi pensamiento mágico, que es científico, me conduce a la posibilidad de universos paralelos, esa hipótesis física de la diversidad de realidades.
Es claro mi gran interés por la cosmología y la mecánica cuántica, lo inmenso y lo más elemental, la maravilla del cosmos y sus misterios. Tal vez eso explique esos famosos fallos en la realidad o ciertas apariciones cuando no son engaños mediúmnicos. Esa comunicación entre universo alterno y universo alterno, a través de un agujero de gusano, o para decirlo con su nombre y apellidos, el puente Einstein-Rosen. Atajos para viajar por los multiversos, veredas para resolver el principio de incertidumbre, lo que hay del otro lado de los hoyos negros o para saber si el gato de Schrödinger vive o no.
Tal vez esa es la razón para explicar las voces que escucho yo solo y nadie más, el monstruo que insisto vive debajo de mi cama, la sensación de dejá vu que me persigue, la certeza de que alguien me espía detrás de las paredes y la sospecha de que alguien parecido a mí, que no soy yo, o acaso sí, pero en otro universo, me dicta mis libros.
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