Foto: Sólo ilustrativa
Lo primero que se me viene a la mente cuando mencionan la palabra inocencia, siempre la relaciono con un niño, porque la inocencia de un niño no tiene precio. No se compra ni se vende. Los niños conservan una particular manera de mirar la vida y el mundo que los rodea; sin embargo, el mundo es cruel para ellos.
La inseguridad ha rebasado los límites y ha demostrado que no tiene escrúpulos. El pasado 26 de marzo, Sergio Salas Hernández con tan sólo 11 años, fue reportado como desaparecido en la ciudad de Las Choapas, Veracruz; su mamá Abigail Hernández Villarreal, pidió a la población choapense a través de las redes sociales, que si alguien lo había visto que avisara inmediatamente. El niño estudiaba el último grado de primaria, próximo a graduarse, había salido de su casa a hacer un mandado, pero tenía que regresar pronto.
Sus familiares lo buscaron y preguntaron por él con amigos y hasta en la comandancia de la policía municipal, pero nadie les dio pista sobre su paradero. Hasta el día siguiente fue que sus vecinos y familiares encontraron a Sergio sin vida, en un callejón de la colonia Aviación, dentro de una bolsa y envuelto en una sábana. Apareció como un muerto más, sin explicación alguna, sin un porqué, simplemente apareció.
Días después el presunto responsable fue identificado como “Willi” de 36 años, quien fue detenido y puesto a disposición de las autoridades ministeriales. Su casa ubicada a 50 metros de donde ocurrió el hallazgo de los restos del pequeño, quedó bajo resguardo. Los vecinos afirman que es adicto a las drogas y tenía un comportamiento agresivo con los habitantes de esa colonia; sin embargo, se tienen que hacer las diligencias y juicios necesarios para saber si en verdad él fue quien le quitó la vida al pequeño Sergio.
Mis queridos lectores, Sergio salió en su bici a hacer un mandado y ya nunca regresó, sus familiares no volvieron a ver a su niño reír, crecer, ni triunfar; no hubo graduación, ni mucho menos fiesta. Un futuro se apagó y con ello se destrozó una familia con tanto dolor. Es impresionante conocer la realidad que estamos viviendo, en la que nos encontramos, peor aún en la que se encuentran los menores de edad, que son tan vulnerables. Todos corremos peligro hoy en día y no por estar metidos en alguna actividad criminal, estamos en peligro tan solo por existir, por estar en un mal momento, por salir a la calle a comprar un medicamento, por estar en medio del tráfico; estamos expuestos a la inseguridad de una manera jamás antes vivida, un ejemplo que podemos notar es que los niños de ahora ya no tienen esa libertad de salir a la calle a jugar con sus vecinos, como a lo mejor mi generación o en la de mis padres sí se podía. Esto era lo más normal del mundo.
Hoy en día ya no puedes mandar a los menores solos a la tienda, porque no sabes si irán a regresar, no sabes que les podría pasar en la esquina o a quien se vayan a encontrar; pero peor aún también corres riesgo si tú como adulto sales, porque tampoco tienes idea de que vaya a pasar en el trayecto.
Los familiares de Sergio, así como toda la población exigimos justicia, ¿Hasta cuándo se dejará de derramar sangre de personas inocentes? ¿Hasta cuándo el gobierno tomará cartas en el asunto? ¿Hasta cuándo se frenará esta masacre?, La impunidad se debe de acabar, mis queridos lectores, recuerden que en nosotros está exigir que se haga algo, solamente nosotros podemos exigir que no haya ningún muerto más, está en nosotros y tenemos que luchar para algún día sentirnos seguros, y que no sigan matando la inocencia de vivir.
*Estudiante de Comunicación de la Universidad Veracruzana.
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