Gabriel Gamar
Nada tan irritable que agote la paciencia
Como un Wifi titubeante que se va,
se pierde conexión sin una causa
los errores se multiplican y la irritación crece
el cursor aletea como una mariposa
los nervios se tensan con la lentitud del software,
todo es difícil de soportar.
Las notificaciones intrusas te interrumpen
no hay manera de concentrarse,
el ruido constante de la tecnología
nos perturba y se rompe la paz.
En el mundo digital la irritación explota
se pierde la calma entre miles de glitches,
bytes desordenados se apoderan de la mente
y los bugs molestos con errores persistentes.
Mientras el cursor parpadea y la pantalla titila
entre líneas enredadas y palabras que se cambian
la paciencia se desgasta y uno se desespera
y en cada línea se esconde una idea.
En el vasto algoritmo de la existencia
las irritaciones siguen molestando
y entre el flujo de bits y códigos sin limites
se encuentra por fin la fuente del problema,
una causa que frustra y que molesta
y el tiempo se escapa en estas líneas torpes
entre ventanas emergentes y notificaciones intrusivas.
Aun así, la tecnología avanza incontenible
en el vasto ciberespacio de la maraña de algoritmos
y navegamos en este océano de tensiones
mientras la ciber tecnología es tu aliada,
que en una dualidad de conexión también es tu enemiga.
Pero lo peor llega cuando la conexión se rompe
Y en la pantalla parpadea la incertidumbre
de la señal perdida cuando la red flaquea
y no es la velocidad del router el problema
sino el espíritu firme que la red soporta.
En la desconexión viene la frustración
y se encuentra el coraje que al alma protege,
en cada pixel perdido, en cada conexión caída
no hay que perder la fe, hay que sacar el coraje
para seguir navegando en esta era digital,
no hay que perder la calma,
hay que escribir, guardar y aguardar.
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