Reconocimiento con motivo de los 30 años de haber sido laureada con el Premio Nobel de la Paz.
«Ninguna guerra es justificable; es sinónimo de muerte, donde bloques hegemónicos y minorías obtienen ventajas, beneficios, poder político y económico, con altos costos para la humanidad”, afirmó la Premio Nobel de la Paz 1992, Rigoberta Menchú Tum, en la UNAM.
Durante la ceremonia en la que el rector de la Universidad Nacional, Enrique Graue Wiechers, le entregó un reconocimiento con motivo de los 30 años de haber sido laureada con el Premio Nobel de la Paz, la defensora de los pueblos indígenas afirmó que ante todo conflicto declarado debemos insistir en las vías del diálogo y la negociación para su solución pacífica.
“Hoy es urgente fortalecer nuestro mandato en acciones positivas y propositivas, especialmente cuando el peligro de una nueva guerra mundial ensombrece y compromete nuestro futuro de paz y convivencia social”, expresó Menchú.
En el auditorio Ius Semper Loquitur, de la Facultad de Derecho (FD), la también investigadora extraordinaria de esta casa de estudios convocó a las juventudes universitarias a retornar a la solidaridad, el humanismo y la paz.
“Estoy convencida que las niñas y los niños, las y los jóvenes, especialmente en la juventud universitaria, se instala la reserva moral para la vida y la paz; que es en la solidez de este tejido social, tan esplendoroso, en su energía y fortaleza, donde podemos encontrar actores, multiplicar liderazgos y encontrar respuestas para construir la paz”, subrayó.
Como Nobel de la Paz, prosiguió, “tengo la misión de trabajar en favor de la cultura de la prevención y la resolución de los conflictos por la vía de las soluciones negociadas y pacíficas; para buscar vías civilizadas que garanticen, en toda su profundidad, el respeto a los derechos humanos, principalmente el derecho a la vida”.
El rector Graue Wiechers celebró el mensaje de la indígena guatemalteca en estos momentos cuando la humanidad atraviesa situaciones difíciles y las hegemonías mundiales aplastan a un pueblo y peligra la paz mundial. La presencia de Menchú Tum, su sensibilidad y experiencias vitales enriquecen el quehacer formativo y humanista de la UNAM, agregó.
Remarcó su labor como defensora de los derechos humanos y tradiciones de los pueblos originarios, y aseguró: “Frente a la desigualdad, la pobreza, la discriminación racial y la violencia que históricamente han sufrido nuestros pueblos, los gobiernos y las instituciones de educación superior tenemos la enorme e incuestionable responsabilidad de garantizarles el acceso universal a la educación, a la justicia y al desarrollo sustentable y a tener una vida en igualdad”.
En la UNAM, continuó, la Cátedra Extraordinaria Rigoberta Menchú Tum se ha consolidado como un espacio plural y multidisciplinario para el estudio de las diversas problemáticas que experimentan las comunidades indígenas de nuestras naciones, y da lugar al derecho indígena que se imparte en esta Facultad.
“Estimada Rigoberta, gracias por su incansable labor para continuar difundiendo un mensaje de paz y diálogo, y por generar espacios en donde sean reconocidas, escuchadas y atendidas las demandas legítimas de las comunidades indígenas. Muchas gracias, por su historia, por su valentía y por tener esa voz que resuena claro y fuerte en favor de los más desprotegidos”, añadió el rector.
Enseñanza del derecho indígena
Previamente, el director de la FD, Raúl Contreras Bustamante, destacó que la vida de Rigoberta Menchú se caracteriza por la lucha, perseverancia y congruencia con la defensa de las garantías fundamentales y por la paz del mundo.
Su Premio Nobel, agregó, fue una de las conquistas más grandes de la lucha por la paz, por los derechos humanos y de los pueblos indígenas.
Asimismo, externó que la Cátedra que lleva su nombre y está radicada en la FD es un foro de promoción, análisis y enseñanza de la cultura de la paz. Adicionalmente, este año, por primera vez en la historia de esa entidad académica y de cualquier facultad de Derecho del país, se impartirá la asignatura obligatoria de Derecho Indígena.
En tanto, la presidenta del Comité para la Integración de la Cátedra Extraordinaria Rigoberta Menchú Tum, Norka López Zamarripa, detalló el trabajo de la galardonada en pro de la justicia social y la reconciliación etnocultural: es una luchadora incansable de derechos humanos que ha levantado su voz por las causas justas.
En 1998, abundó, recibió el Premio Príncipe de Asturias por su cooperación internacional y protección de los pueblos indígenas, además de trabajar por el combate al cambio climático. “Es una ciudadana del mundo”, y confió en que su voz sea escuchada para detener la guerra.
Por otro lado, ante decenas de jóvenes reunidos en la FD, el rector Enrique Graue celebró la vitalidad, la fuerza y el ánimo con los que esta entidad académica ha retomado sus actividades presenciales.
De igual forma, Menchú Tum se congratuló porque la juventud con fe, plena de alegría y sueños renovados, regrese a la normalidad de su vida universitaria, que vuelva a sentir el calor, el compañerismo y solidaridad en sus círculos de amistad y estudio.
En la ceremonia también estuvo la coordinadora de Humanidades, Guadalupe Valencia García; el recipiendario de la Cátedra Extraordinaria Rigoberta Menchú Tum, Manuel Granados Covarrubias; el presidente del Tribunal Universitario, Everardo Moreno Cruz, así como profesores de la FD.