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“No podíamos flaquear o echarnos para atrás”

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Este 23 de octubre se celebró el Día del Médico. Ha sido una jornada para honrar a quienes fallecieron atendiendo a los enfermos, y también para agradecer, ahora más que nunca, a quienes han estado y siguen en primera línea, a quienes cada día se han erguido y se yerguen cara a cara frente a la temible Covid-19, como Adolfo Basaldúa y Claudia González.

«Durante la pandemia los médicos sentimos miedo no sólo de contagiarnos y morir, lo peor era pensar que podíamos llevar el virus a nuestros seres queridos. Sin embargo, no podíamos flaquear o echarnos para atrás, por mucho que temieramos a lo desconocido”, dijo Adolfo Basaldúa, médico adscrito al Hospital Adolfo López Mateos del ISSSTE y al Hospital Regional número 72 del IMSS.

Cuando empezó la pandemia ningún hospital estaba preparado para lo que se vendría. Los primeros casos de Covid-19 se dieron a finales de febrero de 2020. Se trataba de pacientes que llegaban a urgencias por otro padecimiento y desarrollaban rápidamente un cuadro respiratorio fuera de lo normal.

A veces los enfermos no eran valorados adecuadamente y subían a piso con una fase inicial o con un cuadro que no mostraba síntomas o signos de enfermedad, pero más tarde revelaban que se trataba de Covid-19. “Pedíamos una radiografía y antes de realizar todos los estudios ya teníamos que entubar al paciente”.

Mientras estas personas estaban en un área no preparada para el virus del SARS-CoV-2, tenían contacto con todo el personal de salud, desde médicos, camilleros, enfermeras, residentes y hasta personal de limpieza y de cocina.

“Este fue el inicio de cómo se propagó la enfermedad de forma interna, porque eran pacientes que no teníamos considerados como fuente de infección”, recordó el médico egresado de la UNAM, internista, geriatra y certificado en urgencias. Afortunadamente esta etapa duró poco.

En varias ocasiones, el médico atendió a personas por tres o cuatro semanas, dio todo su esfuerzo para salvarlas, pero al llegar por la mañana encontraba que no estaban en su cama. Al preguntar qué había pasado, era duro escuchar que había fallecido la noche anterior. “Aunque uno se pare de cabeza, a veces no se puede”. Afortunadamente también lograron sacar adelante a muchas otras personas.

Durante el proceso, varios médicos y residentes se contagiaron de Covid, algunos salieron bien librados, pero otros no tuvieron la misma suerte. Adolfo contó que entre ellos se fue su amigo de años, con quien trabajaba en el ISSSTE todos los sábados. Fue muy duro despedirse de él.

“No es para tanto, estás exagerando”

Para entrar al área de Covid los médicos deben protegerse con un equipo especial, desde su overol, guantes, cubrebocas, goggles, careta… Y cuando lo usan pueden alcanzar una temperatura de hasta 55 o 57 grados. “Es bastante incómodo”.

Cada día, Adolfo salía aproximadamente a las 12 o 1 para informar a los familiares sobre el estado de sus pacientes y su pijama quirúrgica estaba completamente bañada por el sudor. Sin embargo, realizaban un fuerte proceso de desinfección para no correr riesgos y contagiar a otros.

Fueron momentos muy difíciles, porque incluso las personas que tenían a sus familiares internados en estado grave no creían en el virus. “Muchas veces nos insultaban y nos decían que éramos cómplices del gobierno. Parecía increíble y también era desgastante”.

En ocasiones, Adolfo comentaba con sus conocidos sobre el virus, y éstos le respondían: “No es para tanto, estás exagerando”. Poco a poco la gente fue entendiendo, pero fue un proceso complicado. En una ocasión el médico salía de su guardia el domingo por la mañana y pensó en llevar el desayuno a su esposa e hijos. Cuando llegó al sitio para formarse, la gente presente lo observó detenidamente.

“Me miraron como diciendo: ¿éste se pretende formar aquí? Entonces me dije ¡ups! Vengo en pijama quirúrgica, no estoy vestido adecuadamente”. Así, pensó que no era prudente y se retiró.

El momento más difícil

Para Adolfo, uno de los momentos más difíciles fue que durante la pandemia su hija que actualmente tiene 8 años necesitaba una operación porque sufre un problema de las vías respiratorias.

La doctora que operaría a su hija le pidió aislarse por unos días, así que Adolfo tendría que buscar hospedaje en un hotel. Cuando el personal se enteró que era médico y atendía Covid le negaron la entrada. Su esposa, molesta, publicó lo ocurrido en las redes sociales y mucha gente lo apoyó. Hasta que la noticia llegó a los altos directivos de la cadena del hotel y le permitieron hospedarse.

A casi dos años de haber surgido el virus, Adolfo espera que ni la humanidad ni el equipo de salud tengan que volver a vivir algo parecido.

Foto: cortesía Adolfo Basaldúa.

“No creía en la Covid y decidió no vacunarse”

Apenas hace unos días, Claudia González, egresada de la UNAM, quien practicó anestesia en el Hospital La Raza y Medicina Crítica en el ISSSTE, recibió a una paciente embarazada de 22 semanas y contagiada de Covid. La joven no creía que la enfermedad existiera, así que decidió no vacunarse. Cuando se sintió grave la internaron en el hospital. Aunque Claudia hizo todo lo que pudo, falleció el producto y cinco días después la madre.

Ella es una médica anestesióloga que labora en el Hospital Materno Perinatal Mónica Pretelini Sáenz, en el área de terapia intensiva. Le ha tocado atender a varias mujeres embarazadas con esta enfermedad y menciona que lo más difícil es ver morir a alguien. “Entre la cama y el ventilador hay un ser humano”.

“Cuando una mujer esta embarazada las defensas disminuyen y el virus es más fuerte, entonces se complica el proceso y es más difícil que la paciente salga adelante”, narró la doctora.

De las situaciones más complicadas que le tocó fue atender a sus propios colegas que resultaron contagiados. “Ver a tu compañero enfermo, entubarlo, dormirlo, manejar sus pulmones y que al final muera ha sido muy duro”.

En su área recibieron a cuatro integrantes del hospital, de los cuales fallecieron tres. La cuarta persona luchó contra el virus durante tres meses, salió de la enfermedad pero quedó con secuelas.

Es preocupante saber que los contagios continúan por varias razones, pero entre ellas existe la negación. “Tenemos la información para protegernos y hay personas que no desean vacunarse, y ponen pretextos como: se me hizo tarde, la fila estaba muy larga, o porque simplemente no quieren y no es justo, porque esto nos afecta a todos”.

Incluso en el hospital donde Claudia labora hay un par de médicos que, a pesar de toda la información, no creen en la enfermedad provocada por el virus SARS-CoV-2. Algo que le parece increíble, pero ocurre.

El inicio

A finales de febrero y principios de marzo de 2020 llegaron los primeros casos de Covid al Hospital Materno Perinatal Mónica Pretelini Sáenz. Claudia sintió miedo porque se trataba de un virus del cual no había mucha información.

Constantemente veía videos en Internet de cómo protegerse y aunque les llegó el equipo adecuado, cada día surgía la pregunta: ¿me voy a contagiar? ¿qué debo hacer para protegerme?

El miedo continuaba al ver a varios pacientes, que después de ingresar a terapia intensiva morían a los dos o tres días. “Al final tienes que controlarte porque debes manejar a un ser humano, y bueno ya son muchos años de experiencia, de trabajo en el área médica”.

Hasta el momento Claudia González no se ha contagiado, no sabe si ha sido suerte o porque se ha cuidado, pero lo considera una fortuna.

Uno de los obstáculos a los que se enfrentaron los médicos fue el material de protección de cada día, que en varias ocasiones escaseó en el hospital. Para resolver la situación “hemos tenido que realizar los gastos, que hasta el momento ascienden más o menos entre 30 o 40 mil pesos y la cifra continúa en aumento”.

Tan sólo el cubrebocas N95 tiene un costo de 450 pesos y les dura un turno de ocho horas; después deben desecharlo. Es un gasto excesivo que deben realizar para protegerse.

La discriminación

Por ser médica que atiende Covid la gente la ha rechazado. Ella misma narra que no querían hablarle y menos tocarla. Cuando sus vecinos la han encontrado, lo primero que le dicen es: “Ni te me acerques”.

La situación se ha externado hasta en el mismo hospital. Por ejemplo, cuando acudía al sanitario y las demás notaban su presencia salían para no compartir el mismo espacio. Ella pensaba: “Bueno, tengo el baño para mí solita”. A Claudia esto no la ha afectado porque piensa que finalmente a las personas les gana el miedo por la enfermedad.

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