Renato Leduc
Para ser periodista, es necesario poseer las siguientes condiciones:
No ser pendejo,
Darse cuenta de las cosas,
Analizar los sucesos para saber no sólo de dónde provienen, sino sopesar la importancia que tienen y,
Escribir la noticia y el comentario en forma objetiva y sincera y no lo
que quieren que diga el señor ministro o el capitoste de la iniciativa
privada.
Es por esto que, con respecto a este último punto, nunca me
he fiado de los boletines de prensa y si alguna vez lo he hecho ha sido
para chingarlo comparándolo con lo que he visto. Claro que uno se puede
equivocar, pero el no decir las cosas o decirlas mal por cubrir a
alguien por dinero o amistad es no ser periodista, porque el periodismo
no significa engañar a la gente, aun cuando ésta siempre sabe quién la
está jodiendo y quién no.
Por otra parte, aunque no sea un erudito, el periodista debe cuando menos estar informado de lo que ocurre en el mundo, porque no se puede escribir de buena fe si se desconoce la información inherente a una noticia; sería imposible, por ejemplo, escribir con propiedad sobre la situación de Centroamérica si uno no sabe la clase de hijos de la chingada que gobiernan a esos países y que son impuestos a esos pueblos no ya por el Departamento de Estado norteamericano, sino por el gerente de la United Fruit Company.
Y por último, el periodista debe llamar a las cosas por su nombre, es decir, si un tipo es un auténtico hijo de la chingada, hay que decirle así precisamente y no escribir, pongamos por caso, “el distinguido banquero don Fulano de Tal…”
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(En José Ramón Garmabella, Por siempre Leduc, México, Diana, 1995, p. 153)
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