DE FRENTE Y DE PERFIL
RAMÓN ZURITA SAHAGÚN
Desde los tiempos de Porfirio Díaz se mantenía una máxima que establecía: después de México (ciudad) todo es Cuautitlán, en una clara referencia de que no tenía importancia lo que sucedía fuera de la capital del país.
Hoy parece seguir siéndolo, ya que el centralismo mantiene fija la atención en lo que ocurre en CDMX, donde se concentran los poderes de la Unión y las principales dependencias gubernamentales, con todo y que se anunció la salida de las mismas hacia los estados.
Parece ser más importante discutir si es o no sabotaje los incidentes y accidentes dentro del METRO y como perjudican la imagen de la jefa de Gobierno, Claudia Sheinbaum y si los amlitos (caricaturas de peluche del Presidente) se pueden o no usar en las campañas electorales o que tres futbolistas (dos de ellos retirados) le mandan saludos al secretario de Gobernación que lo que sucede en Jalisco, Zacatecas, Veracruz, Michoacán y otras entidades del país, en torno a la violencia.
La situación en el país se complica, fuera de la capital del país, donde solamente en el fin de semana se supo de un artero ataque en contra de una familia en las cercanías del puerto de Veracruz, con seis personas muertas, dos de ellas infantes y cuatro adultos y lo único que alcanzó a decir el gobernador Cuitláhuac García Jiménez, fue que se trató de un asunto de arreglo de cuentas entre personajes del crimen.
En Michoacán, solados fueron emboscados y un coronel murió y un capitán se encuentra grave, al ser objeto de un ataque de sicarios.
Jalisco y zacatecas no se cuecen aparte, ya que tres mujeres y un varón fueron secuestrados en el primero de los estados y sus cuerpos encontrados en el segundo.
Pero no son las únicas entidades que resienten la violencia de los cárteles de la droga y la delincuencia en general, ya que Colima vive sus peores tiempos, Chihuahua todavía sufre por el motín en un penal que dejó más de una veintena de muertes y la fuga de reos en el pasado mes de diciembre.
Tamaulipas sigue bajo el asedio de la delincuencia organizada y Baja California, especialmente Tijuana vive una situación semejante.
Y es que si de violencia se trata son pocos los estados que no sufren el acoso de la delincuencia, ya que Guerrero y Guanajuato se encuentran igual desde hace mucho tiempo y no hay forma de frenar los constantes amagos de los delincuentes.
Pero si al temor que sufren los visitantes de esas entidades por las informaciones que corren se suman lo que sucede en Cancún, donde las autoridades se encuentran nuevamente impotentes ante las fuerzas de unos taxistas que pretenden frenar a las aplicaciones que, dicen, les quitan trabajo.
Tanto la alcaldesa de Benito Juárez (Cancún) como la gobernadora del estado, han sido tolerantes con los taxistas que impiden por la fuerza el trabajo de las otras aplicaciones y llegan a bajar al pasaje, regularmente turistas, poniendo en riesgo su integridad física.
El asunto tiene varios días sin solución y mientras las apáticas autoridades locales son repelentes al tema, el gobierno estadounidense lanzó una alarma a sus ciudadanos para que no acuden al centro vacacional.
Y es que el problema de los taxistas en los centros vacacionales es una constante, ya que no permiten la competencia, a pesar de los altos costos de su servicio y las mafias que controlan los sindicatos de los trabajadores del volante llegan a grandes extremos, como sucedió hace unos cuantos años en Los Cabos.
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