Redacción MX Político.- En medio de la creciente violencia que ha marcado los primeros compases del año, la Secretaría de la Defensa Nacional enfrenta un escenario inquietante.
La matanza en una posada en Guanajuato, el secuestro de pobladores en Texcaltitlán y la supuesta amenaza del narcotráfico que habría llevado a la salida de Omar García Harfuch, uno de los principales asesores de Claudia Sheinbaum, ponen a prueba el futuro de la Guardia Nacional.
El general Luis Crescencio Sandoval, al frente de la Secretaría de la Defensa, manifiesta su preocupación ante lo que percibe como un escenario propicio para que, en caso de que Sheinbaum llegue a la presidencia, acate la sentencia de la Corte Suprema de abril pasado. Dicha sentencia aboga por dejar a la Guardia Nacional en manos civiles, señalando a García Harfuch como posible líder en caso de que no asuma como fiscal general.
El discurso de Andrés Manuel López Obrador (AMLO) en septiembre, donde insistió en que la GN debería seguir bajo el control de la Sedena, añade tensión a este debate interno.
La Guardia Nacional, a esta altura del sexenio, enfrenta críticas y acusaciones de colusión con el crimen, tanto por parte de gobernadores oficialistas como de opositores. Algunos alcaldes incluso rechazan su presencia en ciertos municipios del país.
El fracaso del mando militar en contener la violencia se convierte en un argumento para promover un mando civil, especialmente considerando los indicadores de homicidios y desapariciones que se prevén entregar al final del sexenio.
Sorprendentemente, la estrategia de «abrazos no balazos» parece haber quedado rezagada frente a la política más beligerante de Felipe Calderón.
En la carrera por suceder a Sandoval, la posibilidad de un cambio de dirección para la Guardia Nacional está en el centro de las discusiones.
El general Gustavo Vallejo, recientemente ascendido y distante al grupo que controla la Secretaría, no ve con malos ojos un control civil sobre la GN. Jaime González Avalos, contralor del Ejército y otro posible sucesor, también muestra desaprobación hacia el funcionamiento actual de la corporación.
