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Salta pa’tras…

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La reversa, dicen los expertos, también es un cambio. Y parece que el apreciado médico Emilio Dorantes Redondo, quiere revivir la decimonónica tradición de enterar a la comunidad cuando salían de viaje.

El gentil galeno con su aviso provocó una catarata de comentarios y expresiones de buenos deseos por su seguridad y el placer del viaje.

Siglo XIX, los comerciantes publicaban su próximo viaje para la adquisición de géneros traídos de París.

Los asaltantes de diligencias agradecían el anuncio. Aunque los jóvenes actuales no lo conciban, no existían las tarjetas de crédito ni los teléfonos inteligentes para hacer transferencias.

Entonces, el viajero llenaba varias bolsas con monedas de oro Plata haciendo la felicidad de los bandidos, a quienes no detenía la presencia dl cura designado para cuidar a los viajeros.

Sin más, los mataban por lo que muchos optaban por el naciente ferrocarril, que era detenido en cualquier parte y allí asesinados los viajeros. Historia familiar lo avala.

Para cuidar los ferrocarriles, se colocaron en un vagón de carga media docena de soldados que lo mismo, detenido el convoy, los desarmaban, los encueraban y casi siempre los mataban sin importar el vivac de los uniformados que eran acompañados por esposa e hijos.

Llegada la modernidad, variaron asaltos y asaltantes. En ciertas carreteras colocaban troncos piedras y luego, ordenaban, cada pasajero de todo vehículo, pasaba a la báscula, esto es, lo bolseaban.

Con el tiempo y la creación de la Policía Federal de Caminos, Los Federicos, los asaltos y asaltantes pasaron al sector oficial. La mordida se institucionalizó de tal manera que los agentes no se preocupaban o se ocupaban de la recolección, sabían qué vehículos y en qué horarios debían pasar depositando su óbolo.

En una carretera tan estrecha que el autobús no podía intentar Yareli regreso, esto en Quintana Roo, a cierta distancia se observó una patrulla estacionada en el terraplén Salvador.

López Portillo con sus afanes de macho de verdad, emprendió un trote que muy pocos seguimos, el calor eras infernal. Bueno, si el mandatario no hubiese tenido sentido del humor el aterrorizado Federico estaría purgando Cadena perpetua: a pesar del infierno a pleno sol y dentro de esa caja de lámina, el agente roncaba pesadamente, tapizado en los billetes que los camioneros lanzaban por las aberturas de las ventanillas.

Ignoro en qué nivel de evolución andemos. He escuchado de retenes por grupos armados y tolerados y desde luego la nota diaria de los que abordan y a medio camino roban al pasaje, como esto sucede en pleno recorrido, los ladrones son escoltados por el carro en el que huirán y que, claro, conocen pero no molestan las autoridades.

Estaremos en espera de las letras del médico que nos dirá en qué modalidad fue víctima…

En la foto, los fierritos del doc para las tortas ahogadas…

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Periodista antediluviano, corresponsal en el exterior y reportero en méxico.

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