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Un desgarramiento que restringe las posibilidades de desarrollo

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Cuando no se atiende la salud mental de las poblaciones, éstas no pueden progresar; el estrés postraumático en el que viven es muy incapacitante.

La violencia es una herida abierta, y mientras continúe así, las posibilidades de desarrollo estarán restringidas, afirma María Elena Medina-Mora, directora de la Facultad de Psicología.

La coautora del libro Salud mental y violencia colectiva. Una herida abierta ante la sociedad agrega que ese fenómeno se encuentra cada vez más presente en las comunidades, “por lo que se vuelve muy importante tener las herramientas para prevenir, contener, trabajar con los niños y las familias”.

Respecto al tratamiento hay muchos recursos en la comunidad, precisa. “Las mismas familias, las mismas personas que pueden ayudar a otras, las trabajadoras sociales, psicólogos; en fin, hay otros recursos que debemos tener porque no hay muchos especialistas en salud mental. En el libro se plantean diferentes enfoques para ver el problema, y eso lo hace muy rico, porque es una visión multidisciplinaria. Es un asunto tan complejo que es difícil entenderlo. Así, cuando se logra hacer un seminario que discuta y que trabaje en forma conjunta, se puede enriquecer muchísimo la comprensión de los temas”.

Después de plantear los problemas ocasionados por el impacto de la violencia en la salud mental, la idea era escribir un capítulo sobre qué podíamos hacer al respecto, añade. “Se plantea modificar la forma como se da la atención de la salud mental, abriendo más puertas. Una parte importante se realiza en hospitales psiquiátricos, en la consulta ambulatoria. Los pacientes no piensan que se deba tratar su salud mental ahí, ni tampoco los médicos. Se han hecho ejercicios para probar, de diferentes maneras, que el primer nivel de atención pueda abrir las puertas y ocuparse de los pacientes que llegan, y esto hace que asistan más rápido y se atiendan con prontitud sus padecimientos”.

Los estudios muestran que sí funciona y sí se requiere un cambio importante para tratar una enfermedad crónica, expone. “También hablamos del estado de los servicios y el acceso de la atención en los contextos de conflicto. Las zonas que son muy conflictivas muchas veces no tienen personal, no hay médicos que puedan ir o ellos también son vulnerados, viven en situaciones de riesgo. Lo anterior hace muy difícil que tengamos esos profesionales en los lugares que los necesitamos”.

Hay organizaciones muy importantes que han trabajado en entidades donde hay un alto nivel de conflicto, Médicos sin Fronteras, desde luego, ha ayudado muchísimo, señala. “Y la otra estrategia es capacitar a las personas en la comunidad para que puedan hacer intervenciones e identificar a quienes tienen problemas; contar con estos promotores de la salud también ha resultado muy productivo”.

Es indispensable que haya intervenciones psicosociales, las cuales hayan sido efectivas y funcionado bien en estas comunidades especiales, dice la experta. “Aunque no son una tarea sencilla, también están ahí para llevarse a cabo, pero, desde luego, se requieren recursos para hacerlas”.

Atenciones especializadas, necesarias

Parte de lo que analizan son los trastornos de estrés postraumático, porque las comunidades que están en una situación de conflicto tienen mucha incidencia de esta enfermedad. “Estos individuos requieren atenciones muy especializadas, y lo que se ha encontrado es que las terapias, ciertamente, ayudan; pero cuando no se atiende la salud mental de las comunidades, éstas no pueden progresar, porque el estrés postraumático es muy incapacitante. Las personas no pueden hacer sus actividades diarias, les cuesta mucho, lo cual también es causa de un desenlace de depresión, y cuando esto ocurre los individuos no pueden trabajar y hay muchísimas pérdidas”.

Por eso, se requiere atender la salud mental de las comunidades, a fin de que puedan volverse productivas otra vez, y puedan aprovechar las intervenciones que se hacen de desarrollo. Concluye: “Si la comunidad no está sana para poder aprovechar estas intervenciones, su desarrollo quedará bajo. Las víctimas de tortura son especialmente afectadas, y esto se relaciona con que además de la salud mental muchas veces tienen también otras situaciones, por lo que requieren intervenciones más precisas y con más tiempo de duración. Aquí también encontramos resultados positivos cuando se interviene”.

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