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Violencia que duele

Ya son muchas las mujeres asesinadas en el país, tantas que al buscar a una en
el camino se van encontrando los cuerpos de jovencitas que habían sido
reportadas como desaparecidas. El número de víctimas ya es incontable y al paso
de los meses los homicidios de mujeres van en aumento. El índice es increíble,
van de un 30 a 35 por ciento más que hace un año. En la búsqueda los padres y
las madres guardan la esperanza de encontrarlas vivas; sin embargo, el sueño de
hallarlas vivas se va desvaneciendo y la esperanza se va convirtiendo en dolor y
resignación.

Cuando ya ha pasado mucho tiempo lo que quieren es encontrar el cuerpo de su
hija en algún paraje o una fosa clandestina, para darle cristiana sepultura y rezarle
como Dios manda.

Entre los más recientes asesinatos están el de Debanhi Escobar en Nuevo León y
Juana Obando en Veracruz, jovencitas que fueron victimadas de manera distinta,
pero los dos provocaron una gran indignación entre la población, que ve con
desilusión como la sociedad se va degradando y como se han ido perdiendo
valores y el respeto por las mujeres.

Una de las costumbres que se tienen que recuperar es la cultura del
acompañamiento, en que cuando las jovencitas salen de fiesta o a un antro lo
hagan en grupo y el regreso a casa sea también en grupo, protegiéndose unas a
otras o llamando a alguno de sus padres en caso de que no encuentren la manera
de regresar a casa.

En los lugares donde se reúnen los jóvenes, debe haber vigilancia de parte de las
corporaciones policiacas, con la intención de prevenir los delitos y evitar que los
delincuentes se aprovechen del estado de indefensión en que se encuentran tanto
hombres como mujeres.

Es importante que se haga algo por cambiar ese protocolo absurdo de que tienen
que pasar 48 horas, para que se pueda declarar que una persona está
desaparecida y comenzar a buscarla, porque las primeras horas de su
desaparición son cruciales para encontrarla con vida.

LA BÚSQUEDA

Las investigaciones deben realizarse a fondo y no dejarlas a medias, para poder
terminar con la impunidad de los agresores, que se encargan de limpiar el lugar
donde se comete un crimen, porque las corporaciones van como a ver por
encimita y no hacen un verdadero trabajo de inteligencia. Hace falta capacitar a

los elementos policiacos y ministeriales, para que sepan cómo hacer bien las
cosas. Simplemente enseñarlos a investigar.

Asimismo, cuando se detenga a los culpables se les debe llevar a juicio hasta
determinar su culpabilidad y aplicar las penas que señala la ley. Acabar con la
impunidad y con el anonimato, denunciar a los atacantes de mujeres y dar a
conocer sus rostros para que las mujeres se protejan de estos malandros.

Por otro lado, es tiempo ya que en las familias no haya complicidad, que en caso
de que haya un familiar que golpee a la esposa o a la novia, se le denuncie y no
se le esconda. Es tiempo ya de rescatar el respeto a las mujeres, tanto las propias
como las extrañas, jóvenes o adultas. Se debe proteger a las mujeres tanto en el
hogar, como en los centros de diversión y en las calles, porque mientras la
violencia siga acechando a las mujeres, seguirán corriendo peligro lo mismo en el
campo, que, en las ciudades, en las escuelas y en los centros de trabajo, en los
parques y en los centros de diversión.

Por su parte también a la mujer le toca cuidarse y dejarse cuidar, evitar
relacionarse con hombres violentos o ligados a la delincuencia, porque como dicen
más vale estar sola que mal acompañada. Ojalá se haga algo por encontrar a las
desaparecidas y por evitar que sigan estos crímenes.

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Es poeta, redactor y fotógrafo originario de Puebla, radicado en Coatzacoalcos, Veracruz. Ha escrito varios libros de poesía y narrativa como Archivo de Sueños, Corazón de Metal y El Lugar Común, así como el poema Viajar es Regresar. www.gabrielgamar.com

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