A veces me siento apenado conmigo mismo por no tomar en serio lo que pasa en nuestro liliputiense mundillo político.
Todo tan previsible, todo tan simplemente corrompido y todo en declive, de cabeza a un infierno del que costará lagrimas y muchas décadas para salir.
Con la condición de que este pueblo de indecentes aspiracionistas a un sicariato, no siga votando en favor del Morenismo y sus muy bien adiestrados priistas/pejiasnos.
El actual dueño sin duda posible, del futuro de la Nación, sigue acumulando tarugadas sin ton ni son. Abre nuevos frentes, críticas a los votantes colombianos, bronca contra republicanos y demócratas pero sin cerrar antes las broncas con Biden.
Amenaza con exhibir con pruebas los negociados de un legislador gringo con los fabricantes de armas y a lo más que llega es a citar una línea de información de un periódico del norte.
Festeja lo que considera un fracaso de la Cumbre Latinoamericana, lo atribuye a su ausencia y manda a un recadero para leer disparates sin fin.
Pide, casi exige, el cambio de la Organización de Estados Americanos para darle cabida a sus protegidos que, vaya caso, no quieren sumarse a sus pretensiones.
Los tres saben que su participación en una asamblea continental significaría permanente tribunal y condena; en otras palabras son tan impresentables que funcionarían muy adecuadamente para limpiar las excrecencias de otros gobiernos dizque democráticos.
La mas actual hazaña de nuestro bienaventurado guía; recordarán que Trump antes de empinarlo como lo reveló, ordenó impedir el flujo migratorio procedente de Centroamérica.
El mandatario mexicano impulsó ese fenómeno ofreciendo trabajo, respaldo económico y ayuda para cruzar al norte.
Después de que Trump lo empinó tuvo que enviar 28 mil uniformados para detener las caravanas, que de paso fueron reprimidas y encerradas.
A la vez se estableció una zona para mantener a quienes habían solicitado asilo. Los campamentos fronterizos siguen funcionando.
Tras las tonterías por la Conferencia, casualmente se abrió de nuevo la frontera sur. Alrededor de quince mil, hoy calificados como ilegales, marchan para llegar al norte.
Por ahí la gráfica de un policía federal mexicano saludando de mano un inmigrante. Porque los agentes hoy no reprimen ni obstaculizan, marchan a su lado.
Alguien financia la operación, surte alimentos y cuida la salud de los viajeros que piden visa humanitaria para llegar a los límites con Estados Unidos.
Este nuevo movimiento tiene la apariencia de una nueva piedrita para las chanclas de Biden.
Y en política, lo que parece, es…
Periodista antediluviano, corresponsal en el exterior y reportero en méxico.