Hace un cuarto de siglo murió la esperanza de los priistas que sentían que con la llegada de Luis Donaldo Colosio Murrieta a la presidencia de la República se abriría un futuro promisorio en sus aspiraciones políticas individuales.
El destape del candidato priista fue toda una sorpresa, cuando era inminente la candidatura de Manuel Camacho Solís, de pronto el presidente Carlos Salinas de Gortari cambió de opinión y se inclinó por el secretario de Desarrollo Social, Luis Donaldo Colosio.
La campaña de Luis Donaldo no levantaba, sus mítines eran desairados por los priistas y sus discursos no provocaban emoción alguna. Me tocó estar en uno de ellos en Cholula, donde a pesar de que hubo una buena afluencia, su mensaje estuvo flojo y no despertó el entusiasmo entre los asistentes que apenas soltaron unos cuantos aplausos.
No fue sino hasta el 6 de marzo de 1994 cuando en el ya famoso discurso pronunciado en el monumento a la Revolución Mexicana donde a la mitad del mensaje, que duró más de 27 minutos, se atrevió a decir lo que se especula fue la causa de su magnicidio: “Yo veo un México con hambre y con sed de justicia. Un México de gente agraviada, de gente agraviada por las distorsiones que imponen a la ley quienes deberían servirla. De mujeres y hombres afligidos por el abuso de las autoridades o por la arrogancia de las oficinas gubernamentales”. Y continuó con voz enérgica “Yo veo un México convencido de que ésta es la hora de las respuestas; un México que exige soluciones. Los problemas que enfrentamos los podemos superar”. “Yo me propongo encabezar un gobierno para responderle a todos los mexicanos. El cambio con rumbo y con responsabilidad no puede esperar”. Al pueblo le gustó este discurso, más no así a la cúpula del poder que lo vio como un rompimiento con el sistema y con el presidente de la República, Carlos Salinas, quien dejó entrever que podría cambiar de opinión y reemplazar a Colosio por Manuel Camacho. Sin embargo, nadie se imaginaba el trágico final que esperaba al sonorense.
El día que mataron a Colosio yo me encontraba en el Congreso de Puebla y la noticia del atentado causó consternación entre los diputados poblanos, que con los rostros desencajados no podían contener las lágrimas y al día siguiente en las instalaciones del PRI poblano se celebró una ceremonia luctuosa a la que asistieron hasta los políticos de la oposición, quienes también sintieron un gran dolor por este artero crimen.
EL ADIÓS DE DIANA LAURA
Pero si el discurso de Luis Donaldo fue desgarrador, el de Diana Laura Riojas de Colosio durante el funeral fue doblemente desgarrador. Comenzó diciendo que “Las balas del odio, del rencor y de la cobardía, interrumpieron la vida de Luis Donaldo”. “Dieron fin abrupto a su existencia, pero no a las ideas por las que luchó. Luis Donaldo quería un futuro de paz y concordia. Quería un solo México. Sin divisiones, sin violencia, sin rencores entre hermanos”. “Luis Donaldo fue un hombre que pensó en las grandes reformas que nuestro país reclama en este fin de siglo”. “La reforma del poder para ampliar las libertades del ciudadano, para que todos pudiéramos convivir bajo el amparo de la ley”.
En Magdalena de Kino, el pueblo mágico del desierto de Sonora, todo era silencio, imperaba el dolor, durante el sepelio solo se escuchaba la voz quebrada de Diana Laura Riojas y al fondo el sonido del viento de ese desierto caluroso. Luego de 7 minutos con un nudo en la garganta que nos apretaba a todos concluyó diciendo “Hoy, aquí, en Magdalena de Kino, tierra de misioneros, despedimos a un hombre que dejó huella al andar”.
Todos sabíamos que muy pronto la muerte los reuniría de nueva cuenta para seguir compartiendo sus sueños y volver a acompañarse con la pasión y el amor que siempre en vida se profesaron. En noviembre Diana Laura se fue a alcanzarlo.
Hoy a 25 años los ideales de Colosio siguen vigentes, había empezado a sembrar esperanzas de un cambio positivo; sin embargo, nunca sabremos si de haber conquistado la presidencia, Luis Donaldo nos habría heredado un México distinto y mejor o seguiríamos igual que como él lo vivió: agraviado y con sed de justicia.
DESTACADO
Si el discurso de Luis Donaldo fue desgarrador, el de Diana Laura Riojas de Colosio durante el funeral fue doblemente desgarrador. Comenzó diciendo que “Las balas del odio, del rencor y de la cobardía, interrumpieron la vida de Luis Donaldo”.
Es poeta, redactor y fotógrafo originario de Puebla, radicado en Coatzacoalcos, Veracruz. Ha escrito varios libros de poesía y narrativa como Archivo de Sueños, Corazón de Metal y El Lugar Común, así como el poema Viajar es Regresar.