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El rey Sol…

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La ilustración de Garcí merece ser reproducida hasta que ciertos invidentes políticos y sociales, apoyadores sin causa pero con cauce, entiendan lo qué pasa intramuros de lo que solía ser nuestro Palacio Nacional.

No dudo que el ocupante inclusive del trono virreinal, hoy convertido en sacro receptáculo para las asentaderas de YSQ, en esa extraña transmutación cotidiana, aunque sujeta a horarios (de noche es Benito Juárez y en el transcurso del día puede ser Morelos y hasta Mandela), esté usando la venerable cama del sitio homenaje al Benemérito de las Américas.

Un riesgo, cuando los varones llegamos a cierta edad y el control de esfínteres es precario, la constante humedad puede afectar ciertos muebles. Puede ser el caso de una recámara construida con flejes de acero y resortes del mismo material.

Confiemos en que Garcí tenga otros datos y que en base a ellos haya recreado esta escena tan intima ya que al parecer la vivienda imperial fue duramente criticada porque la construyó Calderón. Una vez ocupada, desapareció del interés del mandatario.

En respeto al código moral presidencial, debimos conocer profusamente el lugar. No. Fue ocultado cuidadosamente lo que permite aseverar que no se trata de las cabañitas de los entenados foxianos, sino de verdaderas, reales sería más propio, habitaciones dignas de quien las ocupa.

Por cierto, Felipe Calderón, quien suple al Chupacabras en las fobias mañaneras, debería mostrarnos calidad y cantidad de la hoy residencia oficial. El la construyó.

Atengámonos a la Velazquiana obra de Garcí. A la izquierda en su advocación regia, el Peje en un cuadro que recuerda al Rey Sol. En el centro el mandatario leyendo, quizá aprendiendo de memoria una obra de Hugo Chávez.

A sus pies y sólo como adorno que puede suplirse con cualquiera del gabinete con similar imagen, la señora Piedra que cuida celosamente, con atención canina, los huesos que le obsequiaron.

Junto a la chimenea un caballete que muestra al apóstol lanzando algo a quienes le siguen. Igual, como Solovinos, sobrenombre que les endilgó el mismo líder de la manada.

Cierra la ilustración la pintura idealizada, adornada con toda suerte de chunches reales, de un Peje sonriente, juvenil, con los entorchados que corresponden a su calidad de heredero de la Corona: calzas, jubón, casaca y lo demás.

El Peje Sol…

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Periodista antediluviano, corresponsal en el exterior y reportero en méxico.

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