A mis primos, queridos todos
Inicia diciembre con el tercer informe del presidente Andrés Manuel López Obrador que, está visto, no se va a detener por nada ni por nadie en lo que corresponde a sus programas sociales, infraestructura, anticorrupción, seguridad y paralelamente el rejuego anticipado de la sucesión, en pleno zócalo de la Ciudad de México.
Dados sus altos índices de popularidad, de más de 60 por ciento, es evidente que habrá casa llena, porque “ya tenemos ganas de vernos”.
Ningún impedimento de llevar a cabo esa responsabilidad constitucional en donde se le apetezca, sea en un espacio público o cerrado como ya lo hizo el año anterior en su residencia del Palacio Nacional.
Así que el ímpetu de la ciudadanía estará presente allí como una muestra más de la forma en que ejerce su mandato, en la que de acuerdo con sus convicciones los pobres llevan mano y de paso una respuesta a tantas frivolidades y latrocinios inimaginables que distinguieron a muchos de sus antecesores en el cargo.
Lo cual, por supuesto, no está, bajo ninguna óptica ideológica, mal.
Es evidente la urgencia de revertir desigualdad y desequilibrios sociales en un país que convive mano a mano con los desarrollados del norte, sobre todo, cuando la mitad de la población está en lo que se llama línea de pobreza y una décima en marginación extrema.
De ahí su insistencia en mantener a Bienestar a toda costa; en revitalizar la quebrantada paraestatal Petróleos Mexicanos (Pemex), que a pesar de todo sigue siendo generadora de divisas; a la Comisión Federal de Electricidad, a retomar el manejo del estado en ese importante sector de desarrollo; a sus planes de infraestructura centrales: nuevo aeropuerto, Tren Maya, Corredor Interoceánico y refinería de Tres Bocas.
En fin, datos y datos al por mayor que difícilmente llegan a la población, por decir lo menos, hasta esperar el final: el mensaje político, en particular sobre la revocación de mandato de marzo entrante que el INE dice no tener recursos; se espera no sean tan repetitivo y de más luces sobre la situación política, económica y social que afecta, por igual, a todos los sectores sociales en los últimos meses y días:
Polarización política; inflación alta (7 por ciento); dólar al alza; inseguridad muy compleja, tanto la delincuencia común y la terrible organizada; un sistema judicial lento y atiborrado de intereses; un Instituto Nacional Electoral en la mira; educación afectada por la pandemia; salud en alto riesgo con el famoso primo del Covid, Omicron, que pese a ello siguen las concentraciones de todo tipo (desfile de día de muertos, el llamado Flow Fest en la Ciudad de México, el Buen Fin, estadios de fútbol a reventar en las semifinales).
Queda, por lo pronto, sin mayores alertas decembrinas, cuidarse lo más posible en la medida de lo posible y llevar, como los nombres a cuestas, el cubrebocas a todas partes.
Atraques:
1. La mayor parte de los ríos, lagos, lagunas y mares en México están en altos grados de contaminación, no obstante que son esenciales en alimentos y salud. Sin pesimismo alguno y más allá de las diferencias es urgente que el sector público, el económico, el académico y el social, caminen en una sola dirección en revertir esta realidad; pocas luces se ven en esto.
2. Mucha atención a la demanda judicial de México en Estados Unidos con el mercado incontrolable de venta de armas que pasan hacia el territorio, a razón de dos mil por día y en donde se calcula que hay, cuando menos, 2.5 millones de ellas en poder de la ciudadanía, que ni el Ejército.
3. El presidente de Estados Unidos, Joe Biden, anunció que tiene previsto reinstalar el programa “Quédate en México” a partir de esta misma semana, lo cual obliga a los solicitantes de asilo esperar el desarrollo de sus solicitudes en nuestro país. Un lío las mínimas condiciones a quienes aspiran llegar allá, pasan y pasan los días en las fronteras y los miles de migrantes que vienen. Ah, y con frío y el Omicron.
Escritor y periodista
