La estrategia cambió para atacar las zonas donde se encuentra el Batallón Azov, además que se ha intentado evitar daños colaterales y proteger civiles, comenta la especialista Talya Iscan.
A más de tres meses del inicio de la guerra entre Rusia y Ucrania el 24 de febrero de 2022, según la agencia Reuters se han registrado más de 46 mil muertes, cerca de 13 mil heridos, y más de 14 millones de desplazados. El conflicto, que en un principio se creía terminaría rápidamente con una aplastante victoria rusa, sigue su marcha y no se le ve fecha de término.
Para la profesora Talya Iscan, internacionalista y académica de la UNAM, desde un principio se veía que sería de largo aliento, y ahora aún más, pues “Rusia cambió de estrategia, porque después de haber logrado que se rindieran en Mariúpol, ahora avanza en la zona sur para bloquear la ruta marítima con el Mar Negro. Si avanzan en Odesa, pueden ir directamente a una zona este prorrusa que pertenece a Moldavia llamada Transnistria… Además, se han establecido corredores humanitarios y se ha intentado evitar mayores daños colaterales y proteger a los civiles, lo que ha causado el estancamiento de la guerra”.
El componente nazi
Desde un inicio, “el Kremlin había mencionado que el propósito principal no era invadir a Ucrania por completo, sino desnazificarlo. El enfoque más importante de la operación militar se ha concentrado justo en las zonas donde se encuentra el Batallón Azov… Claramente el tema de los nazis ha sido un factor. Porque estamos hablando particularmente del Batallón Azov, una unidad militar nacionalista de extrema derecha que actualmente pertenece a la Guardia Nacional de Ucrania, legal y legítima, bajo jurisdicción del Ministerio Interior, que ha sido un factor provocador para Rusia”, comenta Iscan.
La especialista en relaciones internacionales señala que “hay que recordar que esta guerra no es algo nuevo. Los conflictos beligerantes en las zonas de Donbas ya llevan bastante tiempo, desde 2014. Ha habido muchos enfrentamientos entre los grupos extremistas, neonazis o nacionalistas de derecha extrema y los prorrusos. El simple hecho de que este Batallón Azov sea parte de la Guardia Nacional ha sido un gran factor que definió el discurso ruso respecto a la justificación de la operación militar, es allí cuando Rusia argumenta y dice que va para proteger a sus ciudadanos de los grupos nazis”.
Lejanía de Occidente
Para la profesora Iscan, “Occidente abandonó un poco a Ucrania; pero no es nada sorprendente, porque desde un inicio este país, independientemente de que haya pedido ayuda a toda la comunidad internacional, enfrenta ciertas jurisdicciones. Además, no pertenece a la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN), y por lo tanto no va a aplicar la regla de defensa colectiva del artículo cinco de la carta de la OTAN. En suma, los países externos nunca han estado obligados a participar en esta guerra. Lo que han hecho es buscar y generar ayuda mediante discursos, censura y sanciones hacia Rusia, y con el envío de armamento. Sin embargo, hay que tomar en consideración que la mayoría de estos envíos no fueron actos de altruismo, sino que para algunas partes representa un gran negocio. En términos jurídicos Occidente no tiene de otra, lo que ha frustrado bastante al gobierno ucraniano, porque es una guerra injusta en términos militares. Al final, alguien tendrá que ceder para evitar muchos más daños”.
Va para largo
“Esto va para largo”, sentencia Talya Iscan, y agrega: “A través de la historia hemos visto más casos parecidos, como la guerra de Afganistán; es una referencia, dado que es un conflicto que va a definir la reconfiguración del escenario mundial en términos geopolíticos. Creo que se va a prolongar mucho más porque ninguna de las partes está cediendo, lo que resultará en una mesa de negociación. Al final de cada conflicto siempre tiene que haber un tratado y un diálogo, y lo más importante va a ser el posible acuerdo que va a resultar como consecuencia del enfrentamiento militar. No obstante, al parecer esta guerra no está acabando porque Rusia no cede, y hay mucha resistencia paradigmática, es decir, a algunos actores no les conviene que esto se acabe. Lo que tenemos son crisis de seguridad alimentaria, militar y territorial, no únicamente en el continente europeo, sino en todo el mundo”.