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Chapoteando…

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El episodio del Chapito paró de cabeza una ciudad y echó a patadas de su territorio natural a los cobardones armados.

Una noticia que en los tiempos del neoliberalismo nos hubiese epatado, y a los favorecedores (no es igual que votantes aunque sean los mismos) del desorden Morenista, les hubiese proporcionado un inacabable arsenal para exhibir no sólo al mal gobierno sino para certificar las ligas políticas y gubernamentales de la delincuencia organizada.

Pocos recuerdan el nefando crimen de los 72 centroamericanos encontrados en una fosa en San Fernando, Tamaulipas. La versión oficial, es que los Z en una labor de reclutamiento, los pusieron a luchar entre ellos.

Los sobrevivientes pasaron a la categoría de sicarios a la disposición del grupo de ex militares de élite, de los denominados Z. No se investigó más, fue un problema entre “ellos” quienes hayan sido.

Inolvidable la captura del menor de los Chapos. Los otros, mayores, tienen años moviéndose entre Jalisco y Sinaloa, a ciencia y paciencia de las autoridades que no se atreven a molestarlos. Los militares, simple, les tienen pánico.

El episodio del Chapito paró de cabeza una ciudad y echó a patadas de su territorio natural a los cobardones armados.

Los dos mayores los vimos hincaditos frente a desconocidos encapuchados. Fue en céntrico restaurante y a la vista pública. Algo se negoció y se fueron tranquilos a casita.

Volvemos a saber de ellos. Una célula de pistoleros, llegó a la luz del día a un cierto poblado dentro del feudo de los Chapos.

Con enorme trascavo se dedicó a derrumbar residencias de quienes ellos dicen sus enemigos. La operación duró horas pero nuevamente los valerosos defensores de las instituciones nacionales, se refugiaron en el mas alejado y oscuro escondite.

La acción de los narcos, su desafiante muestra del armamento y uniformes absolutamente castrenses incluyendo cascos, fueron mostrados por las redes sociales porque además permitieron su filmación.

No hace ni un año cuando en las frecuencias de la policía en Michoacán, se comenzó a oir la voz titubeante, llorosa de un agente uniformado. Clamaba por ayuda.

Quince municipales fueron emboscados y luego, sádica y sistemáticamente asesinados. No representaban un peligro con sus armas obsoletas, sus patrullas destartaladas. Se trató de un ejercicio como correr diez metros y regresar.

Nunca recibieron respuesta y, obvio, tampoco respaldo. Fue una grabación que alguien dio a conocer, dolorosa, angustiante y que causó cierta aunque breve indignación.

Más recientes los fusilados de San José, también en Michoacán. Llegaron los narcos, desarmaron a sus contrapartes que acudan como guardaespaldas de su jefe en el velorio de su madre.

Como parece moda, fue a la luz del día, con testigos, grabación subida a las redes. En este caso con dos novedades, se llevaron los muertos y lavaron con manguera de alta presión las huellas.

Hay muchos episodios similares y actuales en Veracruz, Puebla, Colima, Jalisco, Nayarit. Queden los mencionados como demostración de que el mando no esta en el Palacio Virreinal, sino donde deciden Chapos, Zetas, Nueva Generación, Golfos, Norte, Pacífico y medio centenar mas de organizaciones criminales.

De los verdes y los grises no pregunten, limpian los mostradores de la Terminal por si algún avión se extravía y baja allí.

También desalojan con cubetas las aguas que inundan Dos Bocas. Están ocupados…

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Periodista antediluviano, corresponsal en el exterior y reportero en méxico.

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