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¿Cómo enfrentar el Trastorno de Estrés Postraumático?

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Foto: Reuters.

Es una afección que trastoca la vida de la gente; en las relaciones interpersonales se presenta distanciamiento social, desconfianza y problemas de comunicación.

En algún momento de nuestra vida, un suceso aterrador o peligroso nos marcó. Como los sismos. Algunos pueden sobrellevar lo sucedido y seguir viviendo normalmente, porque es parte de su instinto sentir miedo durante y después de una experiencia intensa, pero se trata de un estado de ánimo pasajero.

Para otras personas es diferente. El miedo, la angustia, la inestabilidad permanecen y se replican agudamente ante una nueva situación de apremio. En esa gente es posible detectar que, después de experimentar sucesos fuertes e intensos, se presenten síntomas y reacciones que los lleven a una condición conocida como Trastorno de Estrés Postraumático (TEPT).

De acuerdo con Rogelio Flores Morales, investigador de la Facultad de Psicología, el TEPT “es una afección mental que algunas personas experimentamos después de un evento traumático, como la guerra, desastres naturales, un accidente automovilístico o violencia en cualquiera de sus formas.

“Es una afección que trastoca la vida de las personas. En las relaciones interpersonales se presenta distanciamiento social, desconfianza de la gente y problemas de comunicación. En especial, quienes vivieron estrés crónico como consecuencia de un suceso traumático tienen miedo incluso a salir de casa. También pueden desarrollar apatía o irritabilidad”, manifestó.

Síntomas

Los síntomas que se observan en personas con TEPT son diversos. De acuerdo con el Instituto Nacional de Salud Mental de Estados Unidos, se han dividido en cuatro tipos. Uno, reviviscencia, es decir, algo le recuerda el trauma y vuelve a experimentar el mismo miedo (flashbacks o recuerdos recurrentes, pesadillas); dos, evasión, que se relaciona con el intento por eludir situaciones o personas que desencadenan recuerdos del hecho traumático; tercero, hipervigilancia y reactividad, esto es, encontrarse muy al pendiente e incluso ve peligro donde no lo hay. También presenta arrebatos de ira, dificultad para dormir y sobresaltos; finalmente, cognitivos/estado de ánimo, que se refiere a cambios negativos en creencias y sentimientos, por ejemplo, hay pensamientos negativos sobre sí mismo y el mundo, sentimiento de culpa, falta de interés en la vida, falta de concentración. Todo lo ve negativo.

Aunque no es común, las ideas suicidas también entran en la sintomatología del TEPT, pero de acuerdo con Flores Morales esto ocurre en casos muy extremos y muy pocas personas llegan a ese punto si tienen el apoyo de su familia o de su círculo cercano.

De acuerdo con el universitario, los efectos del TEPT surgen de inmediato y van creciendo poco a poco, e incluso hay quienes los presentan por más de 30 días. No sólo afecta a la persona que lo presenta, sino también a los familiares, “que pueden reproducir los mismos síntomas”.

El impacto es muy amplio, y por supuesto el apoyo social es fundamental, pero también es importante que la persona acuda con personal capacitado, especialistas, psicoterapeutas clínicos y comiencen a trabajar y a resignificar esa experiencia traumática”, comentó.

Factores de riesgo y resiliencia

Aunque el TEPT no distingue edades, por lo que puede afectarnos en cualquier etapa de nuestra vida, hay factores de riesgo que nos hacen más vulnerables a esta afección mental, entre los que destacan: vivencia de hechos violentos (guerras, asaltos, terrorismo); vivencia de desastres naturales (sismos, huracanes, incendios, inundaciones, erupciones volcánicas).

Asimismo, haber pasado por situaciones complicadas en la vida (maltrato o violencia en todos sus tipos); un trabajo que implique estar ligado al riesgo o ser testigo de situaciones traumáticas (militares, personal de salud, periodistas); tener depresión, ansiedad o rumiación (pensamientos negativos recurrentes), y carecer de un buen sistema de apoyo familiar o de amigos.

“Digamos que son como eventos de vida previos. Todos tenemos una historia de experiencias diversas, y algunas no muy agradables. Cuando una persona ha vivido de una manera casi crónica experiencias muy difíciles, obviamente es un factor de riesgo. Se conoce que eventos de la infancia, como abuso, violencia, descuidos paternos, son condicionantes para estrés postraumático en la edad adulta”, agregó.

Si bien hay factores que aumentan la probabilidad de presentar TEPT, hay otros que la disminuyen, como los de resiliencia, que básicamente nos permiten sacar lo “positivo” de una experiencia traumática. Entre éstos se encuentran: recibir ayuda de amigos, familiares o grupos de apoyo, y aprender a sentirse bien con la forma en que se actuó como respuesta a la experiencia traumática.

Además, contar con una estrategia de afrontamiento para superar y aprender de un evento traumático, y estar preparado para responder a acontecimientos perturbadores cuando ocurran, a pesar de sentir miedo.

Tratamiento

Sus efectos son distintos en cada persona, por lo que un tratamiento que puede funcionar en un individuo puede no hacerlo en otro. Sin embargo, se recomienda la terapia y, en casos extremos, medicamentos.

Si alguien recibe terapia es probable que sea tratado por medio de la terapia conductual cognitiva. Ésta se divide a su vez en terapia de procesamiento cognitivo y en terapia de exposición prolongada (TEP).

En la primera se busca examinar los pensamientos del paciente, ver cómo se cuenta él mismo el trauma y discernir si son exactos o inexactos. En cuanto al TEP, funciona a través de exposiciones repetidas a sus pensamientos, sentimientos y situaciones que ha estado evitando y le ayudan a comprender que los recuerdos del trauma no tienen que evadirse.

Por otro lado, los medicamentos se recomiendan aunque en menor medida y deben ser utilizados sólo en caso de emergencia. Es decir, se prescriben únicamente cuando el paciente no puede neutralizar los síntomas o son más recurrentes.

Evolucionar positivamente

Después del TEPT es complicado retomar la vida; sin embargo, es posible salir adelante e incluso, a partir de ese evento, evolucionar como persona de una manera positiva. Rogelio Flores Morales indicó que a ese proceso se conoce como crecimiento postraumático.

“A lo largo de la historia, muchas personas que han experimentado crecimiento postraumático han sido resilientes. La familia estuvo ahí apoyándolos, los amigos, el ejercicio. Una serie de elementos estuvieron presentes para lograr ser resilientes. El crecimiento postraumático ocurre de diversas maneras, hay más confianza para afrontar la vida, las relaciones se fortalecen y hay cambios espirituales y sobre cómo se ve la vida”, concluyó.

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