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¡Cuidado, ahí viene UBER!



Gabriel García-Márquez

Hace unos días un grupo minoritario de taxistas puso en jaque a la Ciudad de México, esto fue suficiente para paralizar a los capitalinos, que tuvieron que buscar vías alternas para llegar a tiempo a sus trabajos, aunque muchos no pudieron ni llegar. Pero el punto es que a raíz de esta protesta se realizó una encuesta en la que los taxistas de la calle salieron muy mal parados. De las preguntas que se hicieron al público en todas salieron mal calificados y los mejor aceptados fueron los UBER y DiDi.
En efecto los taxistas se quejan de la serie de requisitos que tienen que cubrir para poder brindar el servicio público: placas, licencia, tarjetón y taxímetro, además de pasar revista sobre el estado que guarda el vehículo. Tienen que pagar mordidas y moches a los líderes y las autoridades de tránsito y vialidad para poder trabajar.
Sin embargo, la gente se queja del mal servicio que prestan tanto los taxis de la calle como los de sitio, que hacen lo que se les viene en gana con el usuario y cobran también lo que se les antoja. Algunos hasta presumen de las transas que hacen para manipular a control remoto el taxímetro de lo cual se sienten muy orgullosos.
En efecto la situación está muy difícil, especialmente para los que viven del volante, porque tienen que pagar gasolina, servicios y reparaciones del vehículo; cambio de llantas y si el auto no es propio, deben pagar la cuenta que les fijan los propietarios de las placas o del automóvil.
Es del dominio público que las placas de taxi siempre han sido un gran negocio para los líderes y las autoridades de vialidad; en algunos estados es un premio político que se acostumbra a dar a los miembros de algún partido u organización sindical. Pero lo que antes era un negociazo, ahora se ha convertido en un ingreso que apenas les da para vivir a los choferes, quienes salen ganando son los dueños de las placas.
La llegada de las “aplicaciones” ha puesto en su lugar a los taxistas de la calle que han ido perdiendo clientela ante empresas como Uber, Cabify y DiDi. Esta es la razón de las protestas, pero no piensan en lo que deberían hacer que es ponerse al día con los requerimientos de los usuarios como son calidad en el servicio, respeto, limpieza de la unidad, puntualidad en el caso de los taxis de sitio, no abusar en el cobro del viaje, honradez y seguridad.

PÉSIMO SERVICO DE LOS TAXIS
En todas las ciudades donde hay servicio de taxi por aplicación, los taxistas de la calle protestan y exigen lo que llaman justicia laboral; sin embargo, no hacen nada por cambiar y por ganar el mercado brindando un mejor servicio.
En Coatzacoalcos aún no llega ninguna de estas empresas de taxi por aplicación, lo que permite que los taxistas locales hagan lo que se les viene en gana con los usuarios, que tienen que someterse al capricho del ruletero, que se da el lujo de elegir a quién sube y a quién no, incluso bajan de su vehículo al pasajero que les pide el servicio a un punto que al taxista no le conviene porque ya va a ser su hora de entrega. La mayoría cobran lo que se les ocurre, porque no utilizan taxímetro y aplican la tarifa de según el sapo es la pedrada.
En esta temporada de lluvias es un suplicio conseguir un taxi, ven al peatón levantando la mano en una esquina sufriendo bajo el aguacero y ni se detienen a preguntar a dónde desean ir. Los llamados “taxi seguro” que brindan el servicio vía telefónica, si está lloviendo ni siquiera se toman la molestia de contestar las llamadas. Así que de “seguros” no tienen más que el nombre.
Es urgente que se regule de manera integral el servicio de transporte de pasajeros, en especial de taxis, para que en todos los estados de la república se tomen acciones similares y los usuarios sean tratados con dignidad y respeto.
El servicio de taxis en Coatzacoalcos es de pésima calidad, la mayoría de los vehículos están en mal estado, los choferes brindan muy mal servicio, manejan borrachos al grado que la unidad apesta a alcohol; no son educados en el trato y se paran cuando quieren no cuando se les necesita, cuando está lloviendo ni siquiera se conmueven al ver al usuario mojándose, no les interesa mejorar porque saben que no hay competencia. No piensan que en breve podrían llegar los taxis de aplicación y entonces sí, se les verá protestando por lo que llaman competencia desleal, rogándole a los clientes que les hagan la parada.
Así que ¡Cuidado, ahí viene Uber!

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