Inicio TURISMO/CULTURA Dos cuentos de violines

Dos cuentos de violines

340

El joven provinciano vivía en una modesta casa de asistencia. Con la familia en una de las más lejanas provincias, se sentía solo y la tristeza se había convertido en su estado natural.

Recorría la gran capital buscando ocupación remunerada. Casi todos los días le daban encargos, mandados o le pedían que limpiara una banqueta, un local… en fin, ganaba lo suficiente para sentirse conforme con la vida.

No tenía vicios y ocasionalmente en la soledad de su cuarto o en el corredor donde había otros huéspedes, se sentaba a beber algunas cervezas, no tantas para emborracharse pero suficientes para hacerlo soñar en un futuro más grato.

Pasaron varios meses, entró en confianza con la hospedera, una mujer al borde de la senilidad, de robusto cuerpo y de apariencia descuidada en general.

La señora cuidaba una pequeña de tres años de la que el joven siempre supuso que era su nieta. La niña no era especialmente vigilada y corría de un lado en el caserón, feliz y siempre cariñosa con los huéspedes.

Un día la señora invitó al joven a platicar en el frecuentado corredor. Llevó un par de empaques con cervezas y entre risas y bromas de todo tipo, decidieron al caer la tarde que se refugiarían en una de las habitaciones. La niña había sido llevada de paseo por otros familiares y regresaría la siguiente mañana.

La señora pensó en aprovechar el tiempo y apenas traspasada la puerta de su cuarto, se lanzó con intenciones de desvestir al huésped.

Provinciano y recién llegado a la capital, el joven se asustó, se resistió y luego de muchos jaloneos y empujones pudo escapar, no sin antes reprochar a la señora a la que, para su desgracia, le recordó su avanzada edad.

No se cumplía un día del incidente, cuando llegó la policía a detener al violador. Sorpresa: no era la mujer adulta la violada sino la ausente niña de tres años.

Fue consignado y sentenciado, el juez respectivo se negó a practicar ningún examen a la infanta supuestamente agraviada, ni oral ni físico porque no tenía la menor disposición para violentar la inocencia infantil. La pequeña, feliz, sin darse por enterada de nada, jugueteaba a la vista de las autoridades.

El joven sufrió varios años de cárcel, donde fue víctima de toda suerte de escarnios y violencias. Y la gorda infame, cuando salió en libertad se dio el lujo de esperarlo en la puerta de la prisión para recordarle que vieja… su madre.

Pero hay todavía más: el escuincle de doce años era dejado con frecuencia al cuidado de una prima ya adulta. En ausencia de los padres de ella, jugaban baraja española y otros pasatiempos de mesa.

Todo era inocente, hasta que dejó de serlo. La prima, que tenía un novio a escondidas, después que regresaba de verlo llegaba toda descompuesta. Evidencia de que prestaban especial atención en esos encuentros a la parte superior de la bella jovencita.

Pasaron las vacaciones, el escuincle regresó con sus padres pero detrás de él llegaron la tía y la prima. Sorpresa, el infame mocoso había abusado de su inocente y labregona parienta.

Tragedia familiar, consultas, acuerdos y más. Conclusión, el niño fue marginado del núcleo familiar durante muchos años hasta que se descubrió la existencia del novio, las escapadas secretas y la pasión del hombre por practicar ejercicios digitales, pero sin atreverse al sexo formal.

Allí se supo de la injusta acusación de la muchacha que creyó haber sido privada de su pureza virginal. Nunca pasó tal y paulatinamente todo regresó a una teórica normalidad.

Cuento ambos casos que me constan por cercanía con alguna parte de cada historia, con la intención de mostrar la cara real de las acusaciones hoy de moda. Aquí no hay militancia, tampoco análisis sociológicos sino hechos crueles, irresponsables que cambiaron la vida de seres a los que podemos calificar como inocentes.

Ya llegará la madrina de quienes piensen que simplifiqué lo que es una tragedia, pero las militantes del feminismo duro no conciben que igualmente hay quien sufre del otro lado.

La foto corresponde a mi alma gallega o de dónde sea: por joder.
carlos_ferreyra_carrasco@hotmail.com

Artículo anteriorSerá al revés    
Artículo siguienteKatie Bouman¿La Einstein del Siglo XXI?
Periodista antediluviano, corresponsal en el exterior y reportero en méxico.

DEJA UNA RESPUESTA

Por favor ingrese su comentario
Por favor ingrese su nombre aquí