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El olor de diciembre


El año se pasó volando y de pronto se comenzó a percibir ese aroma tan especial que tiene el invierno. Llegaron los frentes fríos que además de lluvia trajeron un viento fresco. Hubo necesidad de sacar del closet la ropa de invierno. Sweaters, chamarras, chales y hasta abrigos salieron del ropero y los cajones con ese olor a guardado tan característico causado por la humedad y los meses de olvido. Como de costumbre hay que poner a orear la ropa para no andar oliendo a viejo o a cajón cerrado.

Los deseos y los antojos van cambiando como la temporada, ahora se nos antoja el pan de pueblo y los churros, las manzanas con canela, las galletas recién horneadas, el chocolate caliente, el café de olla, el ponche con piquete, el bacalao y el pavo al horno; todo esto que nos hace sentir como en familia; y por las tardes viene a nuestra mente algún aroma especial que permanece guardado en la memoria como las meriendas en casa de los abuelos, de alguna tía o la casa donde transcurrió nuestra infancia.

El invierno huele a tierra mojada, a neblina y a resolana, a campiña y a hojas en el pasto; a pino navideño, a rocío de la mañana, a incienso, a luces de bengala, a frazada limpia, a chamarra en el perchero, al chal de la abuela, a chimenea encendida y a cocina de barro, a regalo envuelto, a aguinaldo, a flores de nochebuena y a ropa nueva.

Diciembre tiene un olor tan especial que nos transporta al pasado, con la nostalgia de todo lo vivido y la melancolía por los viejos recuerdos que hacen que el presente tenga un valor efímero pero incalculable.

Diciembre huele a abrazos, a consuelo, a vida y a salud recuperada.

Hay olores que nunca se olvidan, que ligamos con personas que amamos o con recuerdos placenteros que añoramos.

Diciembre es el mes de la nostalgia en que recordamos la fragancia cálida de nuestra madre, el perfume penetrante de la abuela, el olor varonil de nuestro padre y el inolvidable humor de los hijos y de las caricias de los nietos.

El olor de diciembre nos avisa que ya llegaron las posadas, las comidas de la oficina, la nochebuena, la navidad, el fin del año viejo y la llegada del año nuevo.

Pareciera que apenas hace unos meses estábamos en enero tratando de superar la sinuosa cuesta, pero el tiempo se ha ido tan rápido que en un abrir y cerrar de ojos de pronto regresó el olor de diciembre.

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Es poeta, redactor y fotógrafo originario de Puebla, radicado en Coatzacoalcos, Veracruz. Ha escrito varios libros de poesía y narrativa como Archivo de Sueños, Corazón de Metal y El Lugar Común, así como el poema Viajar es Regresar. www.gabrielgamar.com

2 COMENTARIOS

  1. La nostalgia me invade inmediatamente, no por el año que se va, no por la Navidad, a mi me dio tristeza porque me recordó mi niñez y juventud y todo lo que ya perdí para siempre, espero tener memoria hasta mi último día para ver esas imágenes que me provocaron tus palabras, desfilando por mi mente y pensar en esos momentos tan felices!!
    Me encantó Gabriel!!!!

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