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“Estación Bradbury: un visionario en el colegio nacional”, ofrece una lectura múltiple del autor de Fahrenheit 451: Vicente Quirarte

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    • Se presentó el libro Estación Bradbury, resultado del Encuentro Ray Bradbury en El Colegio Nacional, celebrado en 2020.
    • En la mesa Conmemoración de Ray Bradbury, coordinada por el escritor Vicente Quirarte, participaron Luis Fernando Lara y Antonio Lazcano Araujo, todos integrantes de El Colegio Nacional.
    • Bradbury, afirmó Quirarte, es un autor que nos reserva sorpresas inusitadas, aún después de la primera lectura adolescente.

Ray Bradbury “es un autor que nos sigue fascinando y que reserva sorpresas inusitadas, aún después de la primera lectura adolescente”, consideró el colegiado Vicente Quirarte, durante la presentación del libro Estación Bradbury: un visionario en El Colegio Nacional, resultado del Encuentro Ray Bradbury en El Colegio Nacional, realizado en 2020 con motivo del centenario del natalicio del escritor estadounidense.

En el Aula Mayor de la institución, y a través de las redes sociales, Quirarte encabezó la mesa Conmemoración de Ray Bradbury, donde le acompañaron el lingüista Luis Fernando Lara y el biólogo Antonio Lazcano Araujo, ambos miembros de El Colegio Nacional, además de autores incluidos en la publicación.

El libro, afirmó el narrador y poeta, “trata de ser una reflexión desde la disciplina de cada quien, de tal manera que es una lectura múltiple de un autor que nos sigue fascinando, es interesante cómo muchos de los autores han reflexionado en la lectura que hicieron siendo adolescentes de la obra de Bradbury, y cómo en su edad madura, ya con todo su conocimiento, les ha dado sorpresas inusitadas”.

Una grata sorpresa fue la del colegiado Antonio Lazcano, quien se declaró antagonista de la ciencia ficción y al regresar a la lectura de Bradbury, especialmente a su célebre Fahrenheit 451, esbozó un texto político sobre el acto de silenciar por la fuerza: “A mí Fahrenheit 451 me parece una obra absolutamente devastadora, porque finalmente toca el problema de la censura”.

“¿Qué pasa cuando uno lee a un autor bajo una óptica política? Bueno, corre el riesgo de convertir la lectura o la interpretación en una obra panfletaria, pero la fuerza de Bradbury es tal que con las metáforas que él usa, ese es un riesgo que no corre uno”, señaló.

Lazcano se refirió entonces a los actos de censura por el mundo: “Esa rebeldía secularizada en contra de la censura, me hizo pensar en la enorme cantidad de obras, no solo literarias, sino también pictóricas, escultóricas, que hemos perdido como resultado, como producto de la censura, y me hizo pensar en algo muy triste, por ejemplo, James Joyce estaba prohibido en Estados Unidos, el Ulises de Joyce no podía entrar y por imitación barata, los agentes aduanales no dejaban que el libro entrara a México”.

Recalcó, además, al  “bombero que se aprende de memoria los libros para salvarlos del fuego, finalmente lo que hace es combatir la censura, apelando a sí mismo, no es el único personaje que hizo esto, sabemos que en el mundo clásico cuando se quema una biblioteca en Atenas, Alcibíades, dice: ‘no importa, yo me sé los libros de memoria’”.

“Se los aprende con una técnica que habíamos perdido, pero que se usó hasta la Edad Media, en donde se le pedía a la gente que se imaginara su memoria, sus recuerdos, como un pasillo con una serie de habitaciones a los lados, y en cada uno de los pasillos podían haber estado acumulando el contenido de los versos, de las tramas, de los tratados que se habían perdido, el bombero de Fahrenheit 451 hace exactamente lo mismo”, recalcó.

También hizo una importante reflexión acerca de la censura en la actualidad, “Piensen en la censura en nuestros días, ciertamente sigue ejerciéndose, piensen en la censura en Cuba, donde hay gente que se ve obligada a comerse, delante de la policía, los poemas que escribió criticando al régimen; piensen en la censura que se da en Rusia ahora, en la Unión Soviética antes, en donde los grandes tesoros, los grandes sitios para visitar eran las librerías de viejo, en Leningrado, en San Petersburgo, porque el brazo largo de Stalin y los que lo siguieron, incluyendo al mismo Lenin, que no era un perita en dulce, no alcanzaba a destruir todos los libros y cuando uno llegaba a la Unión Soviética, había que ir a la librerías de viejo, porque ahí encontraba las obras que habían sido censurados”, recordó.

El colegiado incluyó a Bradbury en esa generación de estadounidenses, nacidos entre los años 50 y 60 del siglo pasado, “que crecieron en condiciones de enorme pobreza, crecieron muchos sin poder ir a las universidades, pero que tenían una enorme ventaja, y que para mí sigue siendo una de las grandes virtudes de la sociedad estadounidense: en cualquier ciudad o en cualquier pueblo de mediano tamaño, siempre hay una biblioteca pública y esa biblioteca se convirtió en la fuente del conocimiento literario que absorbió, desarrolló, refinó, de una manera extraordinaria a Ray Bradbury”.

CONTACTO MARCIANO

La posibilidad de comunicarse con extraterrestres, señaló el lingüista Luis Fernando Lara, siempre ha sido una cuestión que ha tendido presente. Auto declarado admirador de la serie televisiva Viaje a las estrellas, el miembro de El Colegio Nacional se dijo convencido de que mas allá de este planeta  existen seres con inteligencia como la de los  seres humanos.

“Últimamente he estado encontrando películas estadounidenses de los años 50 dedicadas a extraterrestres, invasiones de marcianos, y me ha llevado a pensar que es precisamente el ambiente en el que empezó a escribir Bradbury, me imagino que hubo un ambiente en la cultura popular norteamericana, a finales de los años 40 y principios de los 50, en que empezó a aparecer el temor de la invasión extraterrestre”, dijo.

A partir de la lectura de Crónicas marcianas de Bradbury, Lara se refirió a otro autor interesado en el tema, el científico Carl Sagan y sus intentos por establecer contacto interestelar con otros seres vivos. Recordó que desde los años 70, fueron enviados en las sondas Voyager I y II, grabaciones que tienen la esperanza de ser encontradas por otros seres.

En su novela Contacto, Sagan  plantea la posibilidad de un entendimiento de cierto lenguaje extraterrestre: “La astrónoma, que digamos representa a Carl Sagan, empieza a percibir ciertos ruidos del espacio que tienen algunas  características, que le parece a ella que no son naturales, y  consisten en la repetición de ciertos patrones, en particular  patrones rítmicos, que digo, claro, es que ahí está el origen del lenguaje humano, los lenguajes humanos, pueden haber comenzado a base de patrones rítmicos, tanto del habla como de la representación”.

Los fenómenos rítmicos, señaló, “representan la capacidad de crear formas y para mi ahí está el origen de los lenguajes humanos, de modo que a partir de esta ficción a mí me ha llevado a imaginar, esa es otra ficción, qué es lo que necesitaríamos para comunicarnos con extraterrestres, y repito, lo que se necesita es que tengan unos sentidos que puedan interpretar lo que nosotros emitimos y al revés, en las Crónicas marcianas Bradbury nos lleva a lo que mucha gente piensa: que es posible la comunicación telepática”.

Esta comunicación, sin embargo, opinó, “para un lingüista decir que hay un lenguaje telepático es dejarlo sin trabajo, porque ya no tenemos nada que hacer, quienes estarán encantados serán los neurofisiólogos, pero no nosotros; claro, la comunicación telepática no resuelve el interés por un comunicación extraterrestre, sino que necesita poner los pies en la tierra, no, no pensemos en una comunicación telepática, pensemos en qué clase de comunicación se puede hacer”.

“La mayor parte de quienes se han ocupado de esto han sido ingenieros, matemáticos, físicos y para ellos la mejor manera de comunicarse es mediante la matemática, poder transmitir a los extraterrestres, por ejemplo, números primos, ciertos teoremas de la lógica, pensando que la matemática es un fenómeno universal, que por lo tanto puede ser entendido en cualquier parte”, estimó.

Para el colegiado, ésta, sin embargo, tampoco sería la forma más acertada de comunicarse con extraterrestres: “La matemática es un lenguaje que en cuanto lenguaje todavía no adquiere sentido, el sentido se lo damos cuando la matemática es instrumento del físico, de la astronomía, la matemática pura no adquiere sentido. El trabajo de un lingüista es precisamente buscar el sentido, lo que yo propuse en este ensayo es decir, no es mediante una transmisión de elementos matemáticos como podríamos llegar a comunicarnos con extraterrestres, tendríamos que buscar otra forma y necesitaríamos el contacto inmediato con ellos, es decir el contacto de unos con otros”.

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