Iván Ortiz y Mariana Beltrán, estudiantes / Corriente Alterna | UNAM publicado el 07-05-2022
Ligero y encantador. Profundamente obsesivo y profesional. Así describen sus amigos al periodista Luis Enrique Ramírez Ramos, asesinado en Culiacán entre el 4 y el 5 de mayo. De 59 años al momento de su muerte, Ramírez Ramos pasó buena parte de su vida escribiendo sobre cultura. Entrevistó a Chavela Vargas, Elena Garro, Manuel Álvarez Bravo, Gabriel Figueroa, entre otras figuras. Esas conversaciones, recuerda su amiga y colega, María Antonieta Barragán, eran fuera de serie.
Luis Enrique tenía la capacidad para que sus textos fueran atractivos, seductores, fluidos, y eso “lo envidiábamos”, cuenta Barragán, ahora profesora de periodismo en la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales de la UNAM.
Luis Enrique Ramírez demostró que podía escribir de cultura o política con la misma destreza. Se inició en el oficio a los 17 años, después de desistir del “sueño guajiro de ser poeta y en 1980 de convertirme en algo peor: periodista por obra y gracia de un taller en la Asociación de Periodistas de Sinaloa”, contó en líneas autobiográficas para la antología Sinaloa, lengua de tierra. Además de destacar por su talento y su sonrisa, Ramírez es recordado por su simpatía con el feminismo, el animalismo, y los derechos de la comunidad LGBTIQ+, de la que formaba parte.
Luis Enrique decía que era “norteño de nación” por nacer de Sinaloa. Era de cabello negro y medía 1.86 metros de estatura. “Tenía que agacharse para platicar con nosotros”, recuerda Juan Carlos Meijueiro, su amigo de tres décadas.
María Antonieta Barragán y Luis Enrique Ramírez se conocieron en 1984, eran reporteros de Unomásuno y El Financiero, respectivamente. De ser colegas construyeron una amistad de complicidad y admiración.
Barragán recuerda sus tardes en la redacción del periódico El Financiero y lo mucho que le gustaba tenerlo cerca. “Pasaba por él a algún lugar, se subía a mi carro y yo quería que nos tardáramos muchísimo en llegar al lugar al que íbamos, porque la conversación era tan deliciosa, me hacía tanto reír… Esa era nuestra dinámica, así llegábamos a las actividades culturales [que íbamos a cubrir]”.
La carrera de Luis Enrique estuvo dividida entre Culiacán y la Ciudad de México, a donde emigró en 1987 por la violencia. Alguna vez admitió: “El desarraigo a que me obliga el altísimo costo del pasaje es compensado por la amistad de los ‘paisas’ y su gran consuelo (…) Ser escritor en Sinaloa, sin embargo, es de a tiro complicado. Hace una década, casi imposible. O sea que está de la chingada.”
El hallazgo de su cuerpo sin vida en la capital de Sinaloa, el pasado 5 de mayo, se enmarca en un contexto calificado por Leopoldo Maldonado, director regional de Artículo 19, como “una espiral de violencia contra la prensa sin precedentes” en México. El país sin conflicto armado más peligroso para ser periodista del mundo, de acuerdo con Reporteros Sin Fronteras. Luis Enrique es el noveno periodista asesinado en el país en lo que va de 2022.
A Luis Enrique sus amigos lo recuerdan como un especialista en el lenguaje, yendo en el coche con el grupo de amigos a las fiestas o entrando con su sonrisa al grupo de literatura y homosexualidad en el que participaba con su amigo Juan Carlos Meijueiro.
Ilustración de René Zubieta basada en una foto tomada del Facebook de María Antonieta Barragán.
Talento sin solemnidad
Ramírez había fundado el portal Fuentes Fidedignas y era columnista del diario El Debate, su columna se llamaba El Ancla. Antes, mientras vivió en la Ciudad de México, su carrera la había desarrolladoen El Financiero, La Jornada y Milenio. Publicó dos libros: La muela del juicio (1994) y La ingobernable: Encuentros y desencuentros con Elena Garro (2000).
La periodista Angélica Abelleyra lo conoció cuando ambos eran reporteros culturales, Luis Enrique en El Financiero y Abelleyra en La Jornada. “Lo conocí en persona en el Museo Tamayo, cubríamos un evento. Estaba ahí sentado y destacaba mucho porque él tenía ese filo agudo de observar detalles, de tener ironía, de escribir muy bien. Y porque vestía pulcramente, muy espigado y guapo; mientras el resto vestíamos como hippies, especialmente nosotros en La Jornada”.
De una competencia amistosa a un compañerismo cómplice cuando trabajaron juntos en La Jornada, Abelleyra tiene presente a Luis Enrique con mucho afecto: “Era de un cariño y amor propios de un niño”.
“En los cursos de periodismo cultural que he tenido el privilegio de impartir siempre pongo a Luis Enrique de ejemplo”, comenta Angélica Abelleyra. “Ojalá que los jóvenes que están estudiando periodismo lean y relean sus textos, sus entrevistas, sus libros para que se les contagie su entusiasmo y el interés por descubrir personajes que pareciera que ya estaban descubiertos.”
La escritora y periodista Elena Poniatowska, y Luis Enrique Ramírez Ramos se conocieron cuando él trabajaba para La Jornada, “él me entrevistaba o luego le gustaba venir a la casa y quedarse a comer o a merendar”, comenta en entrevista con Corriente Alterna.
Recuerda al “reportero metiche” —como lo nombró en el prólogo de su libro La muela del juicio (1994)”— por su encanto y su nobleza: “Luis Enrique, debo decir, conquista a quien se le pone enfrente, ha desarrollado una capacidad extraordinaria para caer bien y darse a querer. Su encanto radica en una mezcla de abandono de sí mismo, de infancia no resuelta y de escepticismo, porque ni siquiera la publicación de un libro lo saca de su marasmo. No se cree ningún elogio pero vive pendiente de los agravios”, escribió en el año 2000.
“Luis Enrique Ramírez era de un talento singular en el periodismo cultural. No despegó pero todos sabíamos que era uno de los mejores”, escribió en Facebook Braulio Peralta, quien fuera su editor en la sección cultural de La Jornada.
Para Elena Poniatowska, Luis Enrique Ramírez no sólo fue un excelente periodista, también un buen amigo suyo: “Era muy solidario y además risueño. Él tenía muy buen carácter”, refiere la escritora en entrevista.
Abelleyra y Poniatowska recuerdan que aunque Luis Enrique Ramírez era profundamente obsesivo y profesional como periodista; no trabajaba de forma solemne: “Se burlaba de los demás y los imitaba muy bien. Te hacía reír”, recuerda la escritora. “El humor era siempre algo muy característico de su persona, como de su escritura. Acostumbraba reírse con una carcajada muy contagiosa y con un sentido del humor muy sarcástico, parecido al de Monsiváis”, refiere Abelleyra.
Angélica recuerda, como ejemplo, la vez que Ramírez Ramos tenía que contratar un fotógrafo que lo retratase para su primer libro, La muela del juicio. Sin embargo; decidió que la imagen de la contraportada sería una fotografía suya de bebé. “Esta simpática foto refleja cómo se bajaba de los peldaños de la fama de las vacas sagradas y se tomaba luego él mismo en broma. Fue alguien muy talentoso que nunca se lo creyó”, concluye.
Imagen de la cuarta de forros de La muela del juicio.
Para Marrissa Palafox, editora general de Fuentes Fidedignas, Luis Enrique Ramírez Ramos no sólo fue un gran periodista; “fue también un activista social, dentro de lo que estuvo en lo sus posibilidades”, comenta en entrevista. Y pone como ejemplo su simpatía por la causa animalista.
Tuvo siempre un especial cariño por los animales, especialmente por los gatos: Una excompañera suya, Gladys Serrano, cuenta en Twitter como religiosamente alimentaba gatos callejeros cuando iba a escribir su columna en El Debate.
“Él tenía muchos gatos, amaba los gatos, tenía muchos gatos en su casa”, refiere Marisa Palafox. “Siempre iba a eventos de esterilización de animales y en Fuentes Fidedignas le daba mucha visibilidad a este tema y a las iniciativas animalistas, para prohibir la tauromaquia y las peleas de gallos, por ejemplo”, explica la periodista.
Protestas
El 5 de mayo se esparció la noticia del asesinato de Luis Enrique Ramírez. Su cuerpo fue hallado en un terreno en Culiacán. De acuerdo con el informe de la Fiscalía, el periodista fue privado de su libertad la madrugada del 4 de mayo y, para llevárselo, le dispararon en la pierna.
Desde 2010, Ramirez Ramos comenzó a recibir protección por parte de la organización de defensa de la libertad de expresión Artículo 19, debido a amenazas de “grupos políticos y porque había una ola de violencia contra periodistas”. Al año siguiente, los asesinatos de tres fuentes suyas (incluyendo un funcionario del Gobierno del Estado de Sinaloa) y el del periodista Humberto Millán obligaron a Ramírez a huir del estado.
“Yo sí siento el peligro inminente de que yo soy el que sigue, porque hay un patrón, en cuatro asesinatos recientes, incluido el de Humberto, en el que yo encajo” declaró en entrevista con MVS Radio ese mismo año.
Un año más tarde de su exilio, Luis Enrique regresó a Sinaloa para fundar el portal Fuentes Fidedignas. La editora de este medio independiente, Marrissa Palafox, comparte en entrevistaque Ramírez estableció como línea editorial “apoyar a asociaciones animalistas, defensores de derechos humanos y de la comunidad LGBTIQ+, así como cubrir temas que empoderaran a la mujer”.
Posteriormente, en 2016, se integró como columnista en El Debate, donde publicó hasta dos días antes de su asesinato. Su última columna describía un encuentro con el presidente municipal de Culiacán.
La violencia contra la prensa mexicana ya había tocado las puertas de este periódico con anterioridad: En 2004 asesinaron al fotorreportero Gregorio Rodríguez Hernández. Y el periódico sufrió dos atentados, uno con granadas en 2005 y otro con armas de fuego de alto calibre en 2018, que no tuvieron víctimas mortales.
Como respuesta a la ola de violencia contra la prensa, decenas de periodistas en Sinaloa se movilizaron la tarde del 6 de mayo para exigir justicia para Luis Enrique, y Humberto Millán y Javier Valdez, asesinados en 2011 y 2017, respectivamente.
En la Ciudad de México, periodistas convocan a una protesta el lunes 9 de mayo —una semana después de conmemorar el Día Mundial de la Libertad de Prensa— a las 17:00 horas en el Ángel de la Independencia por el asesinato de Luis Enrique así como en memoria de Jose Luis, Margarito, Lourdes, Roberto, Heber, Jorge, Juan y Armando, periodistas y fotoperiodistas asesinados en lo que va de 2022 y por los asesinatos de años anteriores que se han mantenido impunes.
El pasado 6 de mayo familiares y colegas despidieron a Luis Enrique en su natal Culiacán. En el funeral, donde se presentó el gobernador Sinaloa, Rubén Rocha Moya, un familiar lo despidió: “Hoy el periodismo está de luto. Vuela alto, tío. Aquí siempre te vamos a recordar”.