A la memoria de Pepe Maccise Saade, «el camarón»
Si algo nos trae últimamente asolados, sin desperdicio alguno, es el coronavirus o Covid 19.
Hemos pasado del bombardeo informativo inicial tomado medio en serio por su primera aparición en la muy lejana China, a una segunda etapa: la de las bromas y recomendaciones al por más; y luego, a una tercera etapa, cuando ya el bicho ese está en nuestras fronteras muy cercanas, en entidades vecinas, a las puertas de nuestros pueblos, ciudades, domicilios.
China y Europa, colapsadas.
En Estados Unidos, compras de pánico en los supermercados (venta de desinfectantes y papel sanitario al por más) ya con sus primeros muertos en distintas ciudades y quién sabe cuántos infectados.
Hemos sido testigos de recomendaciones de la Organización Mundial de la Salud (OMS), entre epidemia, pandemia.
En México hay algo así como 150 casos detectados, de los cuales han requerido hospitalización menos de una decena. Los demás, en observación.
Las autoridades federales, más allá de simpatías o lo contrario, no han estado ajenas a este fenómeno.
De hecho es uno de los temas centrales del presidente López Obrador en su gran foro de difusión en las conferencias matutinas, de 7 a 9 de la mañana de lunes a viernes y por las noches el subsecretario de Salud, López Gatel, está informando del tema.
Aun así prevalece la desconfianza y persiste la confusión de la ciudadanía.
Ya al menos decretaron la suspensión de clases en todos los grados educativos, desde preescolar hasta educación superior, del 20 de marzo al 20 de abril, no obstante que algunas universidades unilateralmente ya iniciaron este periodo de aislamiento total de las aulas, la misma UNAM lo ha hecho desde hoy como un aviso de su muy afectada autonomía.
Se han suspendido las asistencias masivas a estadios, conciertos (salvo en la Ciudad de México donde hubo uno de música banda por encima de lo recomendable), museos y todo lo que implique mayores riesgos de contagio.
Y se va a lo que en Europa está en marcha: personas sólo a los trabajos, citas médicas o compras de alimentos. Todos a sus domicilios y por un tiempo ni besos, ni abrazos ni apapachos. Los restaurantes, cafeterías, bares cerrados hasta nuevo aviso y en tanto no pagarán renta, agua, luz ni nada, lo cual se tiene que replicar.
En conclusión, entramos a una nueva fase de esta contingencia ambiental y de salud pública de primer orden e importancia y mucho por ver y hacer, muy en serio.
Atraques
- De pilón la tremenda caía de la economía mundial que dígase lo que sea, afectará profundamente a la nación por la baja en los precios del petróleo.
- Una inseguridad que sigue galopante, ya de urgentes resultados.
- Al sector agropecuario, se le avecina una fuerte sequía y mejor ya no le sigo.
Escritor y periodista