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Vargas, el pueblo que recibe inversión millonaria por Constellation Brands, y su contexto en la historia nacional

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POR: Ignacio Carvajal

El pueblo se ubica a unos 30 kilómetros del puerto de Veracruz, colinda con Paso de Ovejas, La Antigua y Manlio Fabio Altamirano, ha sido proclamado por el Presidente y por autoridades estadounidenses como el mejor lugar para instalar la planta cervecera Constellation Brands, con una inversión superior a los mil 300 millones de dólares, que traerá unos 2 mil empleos directos, y otros cientos, indirectos.

El poblado cuenta con unos 3 mil habitantes, dependientes de la ganadería, el campo, y en mayor medida, de laborar en la zona industrial en la Bruno Pagliai, y en el área de servicios en negocios del puerto jarocho. No es un pueblo ordinario, cuenta con una participación fundamental en la historia de nuestro país.

Pues es ahí en donde el ex presidente de México, Antonio López de Santa Anna tuvo una de sus haciendas predilectas, mucho más que la de El Lencero, se llamó Manga de Clavo.

Los historiadores indican que en esa hacienda, Santa Ana tramó toda clase de planes para aferrarse al poder, intrigas, traiciones y toda clase de elucubraciones para aferrarse al poder de la Presidencia y para contrarrestar a sus enemigos.

El ex presidente Santa Ana la adquirió en 1825, y ahí asentó su principal base de operaciones, cuando quería salir de la rutina en el Altiplano, se trasladaba a Manga de Clavo para pasar largas temporadas, ejerciendo el poder desde ahí. En los anales de la historia, se encuentra la visita de Ángel Calderón de la Barca, ministro plenipotenciario de España en México de 1839 a 1842, y de su esposa, gracias a quien ahora se le deben las descripciones de cómo era Veracruz en esos años, y sobre la infraestructura en Manga de Clavo.

Tras la invasión norteamericana, y Santa Anna en desgracia, recluido en El Lencero, Manga de Clavo quedó en segundo plano y resultó saqueada y quemada por los gringos. Al paso de los años, llegó al lugar un adinerado señor conocido como Francisco Vargas, de cuyo apellido el pueblo tomó el nombre.

Tras la muerte de Francisco Vargas, alrededor de la hacienda, que contaba con una extensión de 48 kilómetros cuadrados, se fue formando el caserío de lo que hoy se llama Vargas, entre agricultores, ganaderos y ejidatarios que no fueron reconocidos sino hasta la llegada de Lázaro Cárdenas a la Presidencia de la República, con sus revolucionarias leyes para dotar de tierra a los campesinos.

Lo más penoso del pueblo, y de lo que casi nadie quiere hablar, o si lo hacen, es con mucha vergüenza, es que los restos de la hacienda que fue abandonada, nunca fueron valorados por las autoridades municipales, y los habitantes vieron en ellos una buena piedra y cimientos para alzar lo que hoy es la iglesia en honor a San José, la escuela primaria Miguel Alemán y otras obras de caminos para el poblado.

Así, poco a poco los restos de la hacienda fueron derruidos, pero se puso la escuela y la iglesia. Solo quedó un pozo, el famoso pozo de Santa Anna, lugar muy misterioso, rodeado de toda clase de historias y mitos. Los viejos cuentan que en el lecho del pozo, Santa Anna trazó un túnel secreto para escapar de sus enemigos, el cual contaba con salida a la altura de Santa Fe, hoy Delfino Victoria, lo que no ha podido ser comprobado hasta la fecha, pues el pozo está inservible y con muchos años de abandono.

Por las noches de luna llena, relata la gente del poblado, a veces, de madrugada, se oyen caballos a tropel por las grutas del pozo, espíritus malignos, otros dicen que El Diablo, en busca de almas perdidas que te invitan a bajar a lo más hondo del pozo a buscar el tesoro de Santa Anna, los más viejos, ya casi todos muertos, contaban que estaba compuesto de doblones españoles, barras de oro, joyas de la época prehispánica y centenarios que a lo largo de su vida Santa Ana Atesoró quizá con la esperanza de comprarse vida eterna.

Los restos del pozo de Santa Anna, un brocal y algunos cimientos derruidos, están a un lado del camino que conduce al Cerro Simil, que hace unos 40 años, cuando aún estaba en auge el contrabando de fayuca, fue testigo del desplome de una avioneta en la que supuestamente viajaban traficantes de mercancía, y que eran gringos. Gente del poblado de Vargas corrieron a donde el accidente y encontraron a la tripulación agonizante, lejos de prestarles ayuda, se apoderaron de sus joyas y se llevaron toda la mercancía que estaba en buen estado.

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