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•El más vulgar de los amigos de Slim •Nacho Cobo, Slim, Bartlett y Obrador

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JOSÉ MARTÍNEZ M.

SEGUNDA PARTE

Ignacio Cobo –con quien el ingeniero Carlos Slim mantiene una longeva amistad– era visto por el periodista Miguel Ángel Granados Chapa como “el más vulgar de los amigos de Slim”. Un día que Granados me vio platicando en una acera del Paseo de la Reforma –en un encuentro casual– con Nacho Cobo y Miguel Lerma Candelaria, el famoso columnista de la Plaza Pública me dijo a manera de reprimenda: “Por favor don José, usted es autor de varios libros importantes y no está para juntarse con la mierda”. Después del regaño, el maestro Granados me dio una cariñosa palmada en la espalda y se retiró. Lo conocí en los viejos tiempos del unomásuno y colaboré con él en la revista Mira. Granados tenía muy clara las coordenadas de ambos personajes.

Una noche –al inicio de la pandemia del coronavirus– recibí una llamada ya entrada la madrugada. Era Cobo para reclamarme sobre la publicación de un texto sobre el “intocable” y “todopoderoso” Manuel Bartlett a quien señalaba de ser su socio. El periodista Carlos Loret había destapado la cloaca de las innumerables propiedades de Bartlett y eso caló hondamente en el corazón de Nacho pues de toda la vida Cobo y Bartlett han estado a partir un piñón. Una amistad en las sombras, de la que pocos conocen, y donde siempre han estado juntos. El vínculo entre ambos es tan poderoso como también lo es entre Nacho y el magnate Carlos Slim.

La sangre hermana y fortalece el parentesco, pero hay algo más poderoso que la propia sangre: la complicidad. La literatura y la historia estás plagadas de casos que han trascendido en el tiempo.

Cualquiera diría que la fortuna de Nacho Cobo proviene de su “sociedad” en los negocios de Slim. El mismo Cobo se ha encargado de alimentar esa leyenda. En Tabasco –donde ha vivido la mayor parte de su vida– todos tienen la idea de que Nacho es un importante socio de Slim, pero eso es falso. Hasta hace poco le seguía debiendo al Ingeniero una importante cantidad de dinero por la venta de un hotel en Villahermosa. El mismo Carlos Slim hace unos años ordenó sacar del directorio del Grupo Carso a Nacho e incluso lo quitó de la dirección del grupo hotelero y lo sustituyó con el nombramiento de su sobrino Roberto Slim Seade.

Por supuesto que Nacho es millonario, pero otra cosa es ser socio de Carlos Slim. Lo cierto es que Nacho está al servicio de Slim pero su presencia en el Grupo Carso es meramente simbólica, aunque hubo un tiempo en que apareció como “consejero suplente” en el directorio de Telmex.

Nacho en todo caso es una especie de comodín el que es utilizado a su antojo por Slim. Una de sus tareas es atender a las personalidades de todo el mundo que tienen encuentros de negocios o reuniones sociales con Slim. También se encarga del trabajo sucio y de cabildear entre los legisladores o de torear a los periodistas a los que invita a fiestas privadas con mujeres, lo mismo que a comer o emborracharse. Muchas de esas cosas las aplicó cuando fue jefe de prensa del gobernador Enrique González Pedrero.

Los vínculos de Cobo con Bartlett son tan viejos como Matusalén, vienen mucho antes de la época jurásica del ahora director de la Comisión Federal de Electricidad.

En algún momento cuando López Obrador andaba en su eterna campaña por la presidencia, se los recordó públicamente a los dos. Los exhibió en sus componendas haciendo negocios al amparo del poder.

Como lo dice Maluma en el reguetón de “felices los cuatro”. Obrador ha dado borrón y cuenta nueva a sus acusaciones, ahora los tres (Nacho, Bartlett y Obrador) son tan amigos, sólo falta que Slim se sume al cuarteto.

Nacho dice que él no se hizo rico con Carlos Slim, que su fortuna la hizo haciendo negocios con el gobierno. Eso me lo dijo cuando recibí su llamada después de publicar un texto sobre el enriquecimiento inexplicable de Manuel Bartlett.

Cobo me contó entonces que él había logrado un importante patrimonio como contratista de Petróleos Mexicanos en el gobierno del presidente José López Portillo cuando el ingeniero Jorge Díaz Serrano fungía como director de Pemex.

Nacho me contó que era tan grande el proyecto de Pemex en Tabasco que buscó al ingeniero Carlos Molina Rodríguez, quien en la década de los cincuenta había sido el encargado de la Comisión del Río Grijalva y entonces se encontraba jubilado.

La incursión de Cobo en ese negocio se enfocó en el proyecto industrial del puerto petrolero conocido como Dos Bocas, localizado dentro del municipio de Paraíso, construido por Pemex en 1979, iniciando operaciones en 1982 y el cual es uno de los puertos petroleros más importantes de México por sus volúmenes de carga y por el número de embarcaciones que atiende.

El mismo Cobo confió que también hizo negocios con Pemex en los puertos petroleros de Pajaritos y La Cangrejera. En ese entonces cuenta que Díaz Serrano le pidió personalmente que lo apoyara en esos proyectos. Además, Cobo contaba con el apoyo de su amigo el secretario de Hacienda David Ibarra Muñoz.

“Yo sí me dediqué a los negocios mientras Manuel Bartlett se inclinó más por la política”. Incluso, cuenta Nacho Cobo, que Bartlett ya ocupaba un cargo importante en la Secretaría de Gobernación en el sexenio del presidente Luis Echeverría, allí comenzó el despegue de Bartlett en la política.

Una muestra de esa añeja amistad es la participación de Nacho Cobo en la Fundación Casa de Las Mercedes fundada en 2001 y la cual es presidida por Julia Abdala Lemus, la pareja sentimental de Bartlett.

Continuará

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