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El regreso a la realidad

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Estas vacaciones de Semana Santa pasaron sin pena ni gloria, porque aun cuando hubo mucha gente congregada en las playas de Coatzacoalcos, no fue lo mismo que en otras ocasiones en que el malecón costero se llenaba de coches y las fotos panorámicas retrataban desde lo alto a la multitud de bañistas disfrutando del sol y las olas del Golfo de México.

Al concluir los días de asueto, la gente vuelve a lo suyo y a seguirse cuidando de la amenaza del Covid-19, que podría hacer de las suyas en una o dos semanas con la llamada tercera ola.

A pesar de que no hubo la afluencia de visitantes que tanto se esperaba, algunos negocios se vieron favorecidos con la llegada de los turistas, que no escatimaron en ir a sus restaurantes favoritos, estos que han logrado sobrevivir ante el embate de esta crisis provocada por la pandemia que parece no tener fin.

A pesar de la situación tan difícil que se está viviendo en todo el país, el ayuntamiento de Coatzacoalcos continúa con las obras que tiene en proceso en distintos puntos de la ciudad: alumbrado público en la Avenida Zaragoza y la Transístmica, re encarpetado de la Avenida Universidad, remodelación del Hemiciclo a los Niños Héroes y de la entrada a las Escolleras; rescate de la pista de patinaje en la avenida Independencia cerca de la Pirámide y la pavimentación de algunas calles aledañas al Parque Miguel Hidalgo. 

Al mismo tiempo, luego de concluir la Semana Santa, han dado inicio las campañas electorales, con un estilo distinto al de costumbre, toda vez que se tiene que guardar la sana distancia y los partidos políticos ahora tendrán que echar mano de la creatividad y la imaginación, para dar a conocer su oferta política y sus proyectos a una población incrédula y desconfiada, que los mira desde lejitos para no caer en las garras del coronavirus, pero sobre todo en el embeleso de las promesas de siempre en boca de los candidatos también de siempre.

En efecto, la Semana Santa pasó tan rápido y tan en silencio, que muchos ni cuenta nos dimos que ya había concluido, hasta que sonó el despertador una hora más temprano que de costumbre, en medio de una mañana obscura y fresca, típica de este horario de verano, que por cierto no sirve para nada y que nada más provoca trastornos de sueño a la gente que cuando menos durante un mes padece una especie de “jetlag” que los trae de bostezo en bostezo, sin que el beneficio se refleje nunca en el recibo del consumo de luz.

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