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La autonomía no se toca

Columna Sentido Común /

Entre los tantos ataques sufridos por la Universidad Nacional Autónoma de México, tanto por parte de porros y estudiantes que se dicen agraviados, nadie ha asomado la cabeza como para saber a ciencia cierta de quién es la mano que mueve la cuna o cuáles son los verdaderos intereses de la mano negra que ha atentado contra la autonomía de la máxima casa de estudios del país.

La gota que estaba por derramar el vaso fue el intento de oscuros intereses, que pretendía a través de una iniciativa reformar la Ley Orgánica de la UNAM. Nada tan claro como que pretenden quitar, nada más por sus pistolas, al rector Enrique Graue Wiechers quien ha mostrado durante su mandato responsabilidad y capacidad para estar al frente de una de las universidades de mayor prestigio de América Latina.

Permitir la intromisión de gente ajena a la universidad para decidir el mecanismo o procedimiento en la designación de las autoridades universitaria, habría sido un atentado directo para despojar del mayor valor de la UNAM que es la autonomía.

Por fortuna el Senado de la República ha decidido rechazar esta iniciativa, atendiendo también a la reacción inmediata del rector Enrique Graue, quien se ha opuesto categóricamente a impedir cualquier interno de reforma en el que no participen quienes forman parte de la comunidad universitaria y que han dado su vida por engrandecer a la UNAM.

La pretensión de intervenir en estos procedimientos sería facilitar a los partidos en el poder, su intromisión en la vida interna de las universidades públicas y el manejo a su antojo de los universitarios.

Es increíble que, durante los gobiernos encabezados por el PRI o el PAN, nunca nadie se atrevió ni siquiera a insinuar que el gobierno pudiera intervenir en los procesos internos de la UNAM, lo cual no significa que no hayan metido las manos para manipular a los estudiantes, como lo han querido hacer ahora. Sin embargo, la autonomía nunca había estado en riesgo como lo han hecho ahora al pretender impulsar esta iniciativa de ley que el Senado ha rechazado en forma categórica.

Modificar la Ley Orgánica de la UNAM no le corresponde a nadie más que a las autoridades universitarias, eso que no le quede duda a nadie. El apoyo de los directores de las facultades no se hizo esperar y el rector supo defender la soberanía de la máxima casa de estudios de los mexicanos. 

El senado ha decidido respaldar de forma absoluta la autonomía de la UNAM y se opondrá a cualquier intento por transgredirla, quedando a salvo el derecho a autogobernarse y a mantener la autonomía que le distingue y le protege.

Con la postura de los senadores les debe quedar claro a quienes intentan vulnerarla, que la autonomía es irrenunciable y que la designación de directores y la admisión en la UNAM solamente es facultad de las autoridades y de la comunidad universitaria.

Es momento que dejen de meter las manos quienes no pertenecen a la comunidad universitaria y le devuelvan la tranquilidad y el orden a la Universidad Nacional Autónoma de México, orgullo de todos los mexicanos y que el espíritu que impulsó su creación siga vigente tal como lo soñó José Vasconcelos: “Por mi raza hablará el espíritu.

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