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Las fiestas de mayo

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Abril cierra con el Día del Niño y mayo abre con el Día del trabajo. Días con pocos motivos de celebración en países, como el nuestro, permanentemente en desarrollo, con desigualdades dolorosas e insuficiencias criminales.

Niños que pueden continuar sus estudios en el extranjero y niños para los que ya no hay ni estancias, no digamos espacio en primarias y universidades. Trabajadores con jornadas largas y salarios cortos, sindicatos que compiten en la explotación con los patrones, y políticos a quienes sólo les importan por sus votos.

La fastuosa manifestación con el Presidente a la cabeza como Primer Obrero de la nación, ya quedó reducida prácticamente a una ofrenda floral para los Mártires de Chicago, sin ver a los Mártires de aquí y ahora, en cada esquina y manifestación.

El Día de las Madres es el merecido tributo a la madre-padre que predomina, y mucho me temo que el Día del Maestro ya va a quedar en el Día de la Maestra. Porque por ahora, los maestros tiene más éxito como activistas políticos, a cambio de sus calificaciones académicas.

El Día del Estudiante ya se desperdigó en varias fechas, como muchas otras cosas.

Pocos estudiantes, maestros ausentes, futuro siniestro.

Aún hay más:

Preocupa, con razón, la seguridad del Presidente Andrés Manuel López Obrador. Él confía en que el apoyo popular que todavía disfruta es también su protección, suprimió el Estado Mayor Presidencial y está vendiendo los aviones oficiales, como símbolo de austeridad. Dijo que el pueblo lo cuidaría. Así sea.
Noble deseo muy lejano de la vida real, que no es justa. Proteger es una profesión muy difícil.

Ya verificó las inconveniencias, retrasos y costos de viajar en vuelos comerciales y ahora vuela en aviones de la Marina, y hay protestas porque se conoce su domicilio en Tlalpan.

Todos los domicilios de los gobernantes del mundo, desde la Casa Blanca, son del dominio público, y los magnicidios más notables del último siglo han ocurrido en desfiles y espacios abiertos. Aquí estaban Los Pinos, ya convertido en Museo de los Excesos, pero queda aún el Palacio Nacional. Es un asunto pendiente, pero no tan complicado como el de la seguridad pública, el desarrollo y el bienestar nacional, las tareas supremas del gobierno.

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