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Reconocimientos en la UV

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Jorge Manzo Denes*

El Programa de estímulos al desempeño del personal académico (PEDPA) y el Premio al Decano, son dos de los más importantes reconocimientos con que la Universidad Veracruzana (UV) distingue la trayectoria del personal dedicado a la docencia y a la investigación. Ambos se encuentran regulados por el Estatuto del Personal Académico y actualmente atraviesan por una asfixia burocrática que los ha llevado a una severa crisis de credibilidad.

El PEDPA, mejor conocido como el estímulo a la productividad, tiene el objetivo de reconocer las actividades del personal docente con base en la calidad, dedicación, desarrollo académico y profesional. Esto con el propósito de premiar económicamente al trabajo sobresaliente de acuerdo con su función sustantiva, ya sea docencia o investigación y con ello contribuir a transformar el quehacer académico de la Universidad.

El PEDPA se convoca cada dos años y las últimas convocatorias han sido empañadas por el malestar de los académicos, derivado del cambio en las reglas de operación. En este momento la UV se encuentra inmersa en el proceso del PEDPA y la molestia se ha manifestado nuevamente; aquí dos ejemplos:

El primero, en los indicadores 2021 sólo se reconocen los estudios de Doctorado si fueron realizados en el bienio anterior, dejando de lado una calificación a quienes posean tal grado con anterioridad e ignorando que, como institución de educación superior, una de nuestras actividades sustantivas es el otorgamiento de grados académicos, desde la licenciatura hasta el posgrado. Incluso, se reconoce a un académico que hizo posdoctorado, pero no al que acudió a un año sabático, cuando se trata de dos acciones que frecuentemente van de la mano, sin señalar las grandes disparidades en la tabla de puntajes, que no le da a cada acción el valor que realmente merece por el esfuerzo que implica.

El segundo ejemplo, ha rayado en el absurdo de asignar al académico en funciones directivas, en forma automática, el más alto nivel de productividad una vez que concluya esta administración, es decir, una especie de premio de consolación o lo que bien podría denominarse “el año de hidalgo de la productividad”.

En el nuevo paradigma que planteo para la UV se encuentra la revisión a fondo de las reglas de operación del PEDPA. Estableceremos mecanismos ágiles que faciliten al académico mostrar su trayectoria sin que se convierta en un proceso altamente burocrático, por lo que eliminaremos la solicitud de evidencias incoherentes orientadas a nutrir diversos indicadores, lo mismo haremos con los candados impuestos para los niveles más altos, así como distinguir entre la actividad sustantiva de docencia o investigación. En suma, elaboraremos mecanismos amigables y empáticos con el académico; dejaremos atrás el onerosísimo y tortuoso proceso en el que un académico debe dejar de ser productivo para enfrascarse en una batalla para mostrar su productividad.

Por otro lado, el Premio al Decano tiene características propias, es para el personal académico con 25 años o más de trayectoria dentro de la UV. Con él se reconoce su liderazgo académico y desarrollo profesional, además de su activa participación en las actividades universitarias. En este caso, la convocatoria es anual y el premio consiste en un estímulo económico, un reconocimiento escrito y una medalla, entregados durante la celebración del día del maestro en el mes de mayo.

No obstante, al igual que el PEDPA, tiene su lado altamente burocrático. Si hablamos de académicos con amplia trayectoria y participación activa dentro de la institución, estamos haciendo referencia a personajes conocidos por la comunidad cuya evaluación debería ser un tanto simple. Pero, de nuevo, saltan a la vista reglas orientadas a calificar al académico como si fuera un total desconocido, lo que, a todas luces, además de una incongruencia, conlleva a una enorme falta de respeto.

Y solo para evidenciar que el procedimiento del Premio al Decano violenta el principio de legalidad y el debido proceso, debo señalar que su convocatoria dispone que el resultado se dará debidamente fundado y motivado y que es inapelable; sin embargo, contra todo procedimiento, el Premio se entrega sin su motivación y violando la normatividad universitaria, en particular el Estatuto del Personal Académico en cuyo artículo 9Bis prevé la posibilidad de impugnar ante el Defensor de los Derechos Universitarios toda resolución emanada de la aplicación del citado ordenamiento.

En consecuencia, el nuevo paradigma también propone revisar a fondo las reglas mediante las cuales se asigna el Premio al Decano. No podemos perder de vista que somos una Universidad que cuenta con académicos de amplio prestigio entre su comunidad, que sabemos pueden ser merecedores de tal reconocimiento.

Reestructuraremos las reglas de operación a fin de que los futuros Decanos de la UV sean considerados así por su trayectoria real y no por su capacidad de cumplir, punto por punto, con el mandato irracional que marca una convocatoria ajena a la esencia misma de lo que busca reconocer. La trayectoria y prestigio de nuestros futuros Decanos será merecedora de todo nuestro respeto a la normatividad universitaria, no hay otro camino.

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