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Un nuevo rostro


En verdad que da gusto ver a un ejército de empleados del ayuntamiento trabajando en las calles de Coatzacoalcos, barriendo y recogiendo la arena, limpiando los camellones y podando las palmeras y las plantas, remozando lo mismo las avenidas principales que las calles de entrada a las colonias.

Los trabajadores de ornato y limpia pública bajo los intensos rayos del sol, trabajan en cuadrillas haciendo equipo para devolverle la belleza a las amplias avenidas de este puerto, que se ha convertido en noticia nacional, pero no por lo bueno sino por los hechos sangrientos y por la crisis que se vive actualmente.

Por fin las autoridades municipales abrieron los ojos y decidieron poner manos a la obra con los recursos que cuentan tanto humanos como materiales. El alcalde Víctor Carranza Rosaldo se ha puesto las pilas y ha puesto a trabajar a su gente como debió haber sido desde hace tiempo.

Hace unos días daba pena andar por las calles de Coatzacoalcos, que estaban llenas de basura con los camellones descuidados invadidos por la arena arrastrada por los vientos del norte. Las plantas marchitas, secas, muriéndose de sed. Los camellones y banquetas estaban llenos de bolsas de basura.

Las playas estaban sucias y malolientes. Disparejas y feas, ni ganas de tomarles una foto. El malecón más largo de Veracruz lucía desaseado y derruido.

Por cualquier colonia donde fuera las avenidas de acceso llamaban la atención por el descuido y la suciedad en que se encontraban. Había hierbas hasta en el pavimento. Bolsas de basura en los camellones y banquetas, plantas descuidadas.

Hasta que un día de estos, el ejército de trabajadores de limpia pública salió con palas, machetes, escobas, carretillas a trabajar duro y tendido, para darle otro rostro a la ciudad, dejando las calles y avenidas limpias y relucientes.

Este trabajo que parece fácil, no lo es, porque los rayos del sol caen a plomo sobre la cabeza de los trabajadores que tienen que cubrirse el rostro y la cabeza con un pañuelo para evitar los golpes de calor.

Los postes del alumbrado público ya estaban carcomidos por el salitre y la corrosión, muchos ladeados a punto de caerse con las varillas expuestas como el esqueleto de un animal muerto. Hoy ya están reemplazando los postes que son un peligro y los están sustituyendo por postes nuevos. Ahora solamente falta que también cambien las luminarias que están apagadas y reparen los semáforos inservibles que son un peligro para los automovilistas.

Bien por el alcalde de Coatzacoalcos, que ahora sí se ha decidido a limpiar esta ciudad que es orgullo del sur de Veracruz. No cabe duda que cuando se quiere se puede. Ojalá no sea pura llamarada de petate y hagan el trabajo de principio a fin. Mientras tanto, un aplauso al ingeniero Carranza Rosaldo que está tomando el toro por los cuernos. Más vale tarde que nunca.

NOS FALLÓ SAN ISIDRO

Teníamos las esperanzas puestas en San Isidro Labrador el “patrón de la tierra del agua”, que ahora si nos falló. Esperábamos que el día 15 de mayo, su día, llegaran las primeras lluvias, pero nada más llovió en Xalapa y la Ciudad de México. Ahí cayeron sendos aguaceros acompañados de granizo, pero en el sur donde tanta falta nos hace no cayó ni gota de agua.

La época de estiaje se nos ha hecho muy larga, porque comenzó en algunos casos desde principio de año y en otras regiones desde marzo. El calentamiento global ha hecho de las suyas y la tierra arde con solo pisarla. Los aguajes se han secado y en algunas zonas se ha muerto ganado por falta de pastura verde.

En Coatzacoalcos no tenemos agua, sobre todo en la zona poniente de la ciudad, donde apenas un chorrito cae cada noche en los Rotoplas, que no alcanzan a llenarse. Al abrir las llaves se escucha nada más una especie de gorgoreo que indica que las tuberías están vacías.

Como siempre, no nos preparamos para la sequía, una vez más nos olvidamos de tomar precauciones y no guardamos agua de lluvia ni construimos una cisterna. Hoy solamente resta esperar a que San Isidro haga un milagro por nosotros y nos traiga el agua y se lleve el sol.

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Es poeta, redactor y fotógrafo originario de Puebla, radicado en Coatzacoalcos, Veracruz. Ha escrito varios libros de poesía y narrativa como Archivo de Sueños, Corazón de Metal y El Lugar Común, así como el poema Viajar es Regresar. www.gabrielgamar.com

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