POR: Rafael Pérez Gay
George Bernard Shaw dijo que los hoteles son un refugio perfecto ante la vida doméstica. En ellos se estrella la rutina de la vida diaria.
Uno de los hoteles más famosos del mundo es el Hotel Ritz que se encuentra en el centro de París. Se trata de un pequeño palacio del siglo XVIII con vistas a la Place Vendôme que fue inaugurado en 1898. Fue el primer hotel europeo que ofreció cuarto de baño, electricidad y teléfono para cada habitación. Muy pronto se hizo de una reputación de lujo que aún conserva. Ahí, en el Ritz, se han hospedado integrantes de la realeza, políticos, escritores, cantantes y estrellas de cine. Algunas de sus 159 habitaciones llevan el nombre de algún huésped distinguido, Coco Chanel y Ernest Hemingway.
Cuenta la leyenda que el 25 de agosto de 1944, Hemingway irrumpió en el Hotel Ritz con una metralleta, dispuesto a echar a los altos mandos nazis que se habían instalado ahí. Pero llegó tarde, los nazis ya se habían marchado, de modo que no le quedó más que celebrar. Bien entrado en la fiesta, el corresponsal de guerra Hemingway ni siquiera salió a presenciar el desfile de las tropas que liberaron París. La noche histórica de la liberación se esfumó en la mente de Hemingway con la ayuda del sabor seco del martini. Dicen que se tomó quince, cosa que parece imposible. ¿Quince martinis?: ni Hemingway. Tal vez por eso hasta la fecha el bar lleva su nombre.
Años más tarde, el escritor estadunidense regresó a vivir al Ritz con su cuarta esposa, la periodista Mary Welsh, quien pretendía alejarlo de la bebida. Hemingway, en lugar de apostar por la abstinencia, le contó su problema al barman del hotel y él le propuso una bebida: vodka y jugo de tomate, ya que no dejaba rastros en el aliento. Así nació el Bloody Mary, en honor a la esposa del escritor.
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