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“Contra todo pronóstico”, Joaquín Sabina en el Auditorio Nacional

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El cantautor y poeta español Joaquín Sabina brindó bohemia de renovados bríos en el Auditorio Nacional, siendo la velada de este viernes la primera de dos fechas en la vieja ciudad de hierro como parte de su gira “Contra todo pronóstico”.

El aquí tan querido artista peninsular desde finales de los ochentas y nacido en Úbeda, España, emergió a los acordes de “Cuando era más joven”. Fue agasajado en instantáneas marejadas de aplausos de bienvenida. Correspondió a su gente con voz aguardientosa, así:

“¡Buenas noches, México! ¡Bienvenidos, qué gusto y qué placer estar aquí, qué emoción que después de tantos años saber que nunca van a dejarnos solos!”.

Aprovechó disculpándose del público poblano, debido a la cancelación del concierto pretendido el pasado 25 de octubre en el Auditorio Metropolitano:

“Quiero pedir toda clase de perdones a la buena gente de Puebla, porque el otro día les fallé, la culpa lo tuvo la venganza de Moctezuma, que me revolvió el estómago y me secó la garganta”.

Lamentó la devastación por el paso del huracán Otis en Guerrero:

También quiero mandar un abrazo absolutamente cómplice y solidario a la gente de Acapulco que está sufriendo”.

Y dedicó unos versos: 

Otra vez de escenario en escenario,

de hotel en dulce hotel del caño al coro,

otra vez despidiéndome del foro,

cambiando de estación el calendario.

Otra vez renovando el diccionario

de rimas a la busca del tesoro,

plagiándome a mí mismo como un loro,

haciendo habitual lo extraordinario.

Hospitalarias calles añoradas

que perfuman la piel de mis baladas

borrándome la lágrima y el miedo,

patria del corazón del fugitivo

que celebra el milagro de estar vivo,

con mariachi, tequila y José Alfredo…

Aclamaciones. El recital subió de tono la fresca noche venusina de octubre a los ritmos de “Sintiéndolo mucho”, “Lo niego todo” y “Mentiras piadosas”. Postrado por momentos en un banquillo y por otros en una silla junto a una mesa, el trovador de 74 años centelleó en vigorosa energía aderezada con el ambiente buena onda de sus seguidores. Acudió una diversidad generacional, desde los fans de cancioneros protestosos, más una nueva oleada juvenil, integrando un convite de reunión familiar. La producción cautivó con una colosal pantalla a telón de fondo. Mosaicos de fotográficos brillaban en recuerdos históricos del cantante, deleitando trazos de arte pictórico y figurando un lienzo infinito. Atmósferas intimistas relucieron en los cánticos ásperos del maestro Sabina, resonando “Lágrimas de mármol” y “Cuando aprieta el frío”.

Al escucharse “Por el bulevar de los sueños rotos”, aprovechó para celebrar la vida de la gran cantante costarricense nacionalizada mexicana, Chavela Vargas (1919- 2012). Prosiguió la brillante “Llueve sobre mojado”, de manera que el espectáculo armonizó goces de acompañamiento instrumental comandados por su ensamble de músicos pro: la corista Mara Barros, los guitarristas Jaime Asúa y Borja Montenegro, el bataco Pedro Barceló, la bajista Laura Gómez Palma, el pianista Antonio García de Diego y en el saxofón José Misagaste.

Sabina desapareció unos minutos para conceder cantos a Barros en “Yo quiero ser una chica Almodóvar” y García de Diego para “La canción más hermosa del mundo”.

El bautizado Joaquín Ramón Martínez Sabina retomó el reven afinando “Tan joven y tan viejo” y recibió clamorosos vítores al ir calentando “A la orilla de la chimenea”, declamó los versos el “Alrededor no hay nada” que cautivaron al respetable:

Las narices, la frente, los tobillos, las axilas,

el menisco, la aorta, las várices…

La clavícula, el cráneo, la mirada,

el clítoris, el alma, las mejillas,

esa es Mi Patria, alrededor no hay nada.

En el ocaso, sonoramente se plasmaron “Una canción para la Magdalena”, “19 días y 500 noches”, “Peces de ciudad”, “Y sin embargo te quiero”, adjuntando una rola que retumbó gloriosa: “Princesa”, y de pronto, lleno de palmas, laureles, gritos y susurros, Joaquín Sabina dijo adiós… Jaime Asúa trastocó entonces las emociones con “El caso de la rubia platino” y audaz, para Sabina tornar lanzando “Contigo”, “Noches de boda”, “Y nos dieron las diez”, enfilando conclusión inexorable con fulgurantes “Pastillas para no soñar”. Joaquín Sabina desapareció sin más, al cobijo multitudinario de un aullido regocijante.

Este domingo 29 de octubre ofrecerá en el mismo recinto de Chapultepec, a reventar, el último show capitalino.

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