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El flagelo de la pobreza

La reacción del presidente Andrés Manuel López Obrador ante los resultados dados a conocer por el Consejo Nacional de Evaluación de la Política de Desarrollo Social (Coneval) sobre la medición de la pobreza en México durante 2018 y 2020 no fue sorpresiva, pero sí sorprendente.

Con su ya famosa frase de “Yo tengo otros datos” respondió al informe
presentado por Coneval en que se registra que las personas en situación de
pobreza aumentaron a 55.7 millones en el 2020, lo que significa un incremento de 3.8 millones más que en 2018.

En el rubro de “pobreza extrema” el número llegó a 10.8 millones de pobres, al registrarse un aumento de 2.1 millones de personas y en el rubro de “pobreza moderada” llegó a 44.9 millones de pobres.

Los datos son aterradores, pero el presidente de la República fue tajante al decir que no aceptará estos resultados, porque el Coneval tiene formas diferentes de medir, porque afirmó que la gente está recibiendo apoyos y que él tiene su manera de medir, que se debe hacer la medición sobre la situación de “bienestar”.

Lo cierto es que en México ya hay 55.7 millones de pobres, sea como sea, con apoyos o sin ellos, por culpa de la pandemia o a causa de las malas políticas económicas implementadas por la actual administración.

Basta con salir a las calles y mirar a tu alrededor hombres y mujeres, jóvenes, ancianos y hasta niños pequeños que con un rostro de tristeza y de
desesperanza se acercan a los vehículos a pedir una limosna, para poder comer ese día o llevar el sustento a su familia.

En cualquier ciudad del estado o del país ahora es muy común ver indigentes, viene-viene, malabaristas, limpia parabrisas, ancianos o personas enfermas extendiendo la mano para obtener unas cuantas monedas que les hagan el día.

Aun cuando el presidente López Obrador tenga otros datos y no acepte que los índices de pobreza se han incrementado, la realidad muestra que en México hay cada día más pobres, lo mismo en las ciudades que en los pueblos y en los cinturones de miseria y en el campo.

La pregunta es ¿cuándo la pandemia haya terminado a quién le echarán la
culpa?

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