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Fase 3

Este jueves se hace oficialmente la declaratoria de fase 3 del ya multicitado Covid 19.

Uno piensa en sus familiares y amigos y los demás, siempre, con la firme convicción de que esta volátil molécula minidiminuta, microscópica, envuelta en una fina capa de grasa, que gusta deambular y pegarse en toda clase de objetos a por los que viaje, según sabemos, no les llegue nunca.

El Covid 19 trae, literalmente, al mundo de cabeza.

Nada ni nadie está exento, así se resida en Washington, Guayaquil, Lyon, Ecatepec, Vancouver.

Es decir, el virus ni conoce fronteras ni distingue libres pensadores, agnósticos, religiosos, deportistas, vaya, lo que se pueda ocurrir, ni edades, ni sexos ni empleados formales o informales. 

A quien le afecte, está visto, pocas posibilidades tiene de salir respirando debido a sus perniciosos efectos contra la salud humana.

Los gobiernos del mundo, sin excepción, hacen lo suyo en aras de contrarrestar el número de casos afectados y está visto que pocos estaban en condiciones de disminuir los efectos sobre la ciudadanía y sobre las economías.

Unos se durmieron en sus laureles cuando se anunció  en diciembre de 2019 que la activa industrial ciudad Wuhan  en China estaba batallando con una enfermedad viral semejante a una corona y que obligó a confinar a  cero toda su gran actividad cotidiana. 

Entonces la globalización borró toda distancia. Los vuelos comerciales de extremo a extremo del orbe pronto permitieron la multiplicación de los afectados 

Hoy ya es una epidemia que afecta a dos millones de personas, hospitales saturados, equipos de tratamiento, camas insuficientes, cubrebocas por doquier y más de cien mil fallecidos  ¿pocos? ¿Muchos?, difíciles estadísticas de calificar.

México está pues en fase 3. Muchas diferencias entre el gobierno, que haga lo que haga va a ser cuestionado y un presidente que tiene claro atender prioritariamente salud, luego economía, como si ambos factores fueran separados uno de otro. 

Hay un ambiente político y social enrarecido, pues gobierno, empresarios y habitantes tienen claro que van en el mismo barco aunque no todos miran a la proa.

Los medios de comunicación –empresas y profesionales- hacen lo suyo y son factor determinante en la orientación hacia toda la ciudadanía y no parece que todos mantengan con el gobierno la unidad indisoluble frente al fenómeno de salud y economía tan delicada como se está viviendo.

Hay críticas presidenciales recurrentes hacia ciertos medios convencionales y de redes sociales y a periodistas, cuando eso debiera, por ahora pasar a segundo término cuando se requiere estar juntos ante riegos a salud y recesión económica mundial.

Ya veremos. 

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