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Las redes sociales, don de la brevedad; y riesgos de frivolidad o insensatez: Enrique López Contla

Enrique López Contla es un apasionado del periodismo, la comunicación, la cultura, como lo fue su padre el recién fallecido, en septiembre pasado, Don Miguel López Azuara. Él ha seguido su propio camino y ha incursionado en medios privados y en la esfera pública. 

Por Carlos Alberto Duayhe

– ¿Cómo recuerdas tus inicios en actividades periodнsticas?

-Con afecto y cariño. Desde niño, siempre quise hacer comunicación. 

¿Quiénes han sido tus maestros y compaсeros fundamentales?

– Primero, mi padre, después muchos amigos de los muchos lugares en los que he trabajado, desde don Francisco Fe Álvarez, muchos reporteros de los primeros años de la revista Proceso. También de personajes como Jaime Augusto Shelley, poeta, y de Javier Santos Llorente.

¿Qué experiencias profesionales recuerdas con más presencia?

Afortunadamente tengo muchas, son muchos años en este negocio y he tenido oportunidades de estar en diferentes posiciones. Pemex, por supuesto, ocupa un lugar especial para mí, pero participar en las primeras etapas de la revista Proceso fue especial. Después, Manuel Sandoval me invitó a participar en una revista de divulgación científica, editada por CONACYT, lo cual fue una experiencia extraordinaria. Trabajé también en Canal 13 y regresé cuando ya era IMEVISIÓN, y estaba en su mejor momento, cuando la televisora era líder en programas deportivos, en la barra de entretenimiento y en la barra de humor. Teníamos la mejor cobertura de Juegos Olímpicos y del Mundial de Fútbol, estaba Andrés Bustamante, El Güiri Gúiri y La Caravana, entre muchos otros. En la televisora de Veracruz hubo también proyectos muy interesantes de difusión regional. De hecho, con Héctor Parker, Héctor Cervera y Virgilio Caballero, entre otros, finalmente fue posible crear la Red Nacional de Televisoras Educativas y Culturales, una red que reúne a las televisoras y radiodifusoras operadas por los gobiernos de los estados. He tenido oportunidad de participar y de editar revistas de comunicación interna, revistas especializadas y de editar o coeditar libros. Al final, dos son mis mejores experiencias: uno, lo aprendido en cada especialidad y la conciencia de todo lo que me falta por aprender y; dos, a las personas que he podido conocer y con quienes tengo lazos de afecto que se conservan aun y cuando no podamos vernos con la frecuencia que nos gustaría. La comunicación es vibrante y cambiante. Como la ciencia inexacta que es, siempre está la expectativa de cómo va a ser el resultado final. Es una aventura que nunca termina.

¿A qué personas les tienes especial admiraciуn o reconocimiento?

-Hay muchos quienes me fueron enseñando diferentes cosas en el camino. Algunos me enseñaron -o trataron- de enseñarme a redactar, otros me dieron lecciones de fotografía, de diseño gráfico, aspectos de los procesos de impresión y producción de impresos. De otros aprendí a hacer televisión. La que nunca me interesó fue la radio y del mundo digital me he concentrado en tratar de saber hacer los contenidos.

¿Qué expectativas ves a tu carrera en la era digital?

-A la era de la digitalización hay que entrarle sí o sí, si no, quedas fuera de la jugada. Además, creo que los profesionales tenemos la obligación de aportar experiencia y conocimientos a las redes y a quienes las usan. Muchas personas publican fake news no por maldad, sino por no saber distinguir entre una cosa y otra, no saben verificar información ni fuentes. Ahí es donde podemos aportar valor al tema de las redes sociales.

¿Cómo aprecias las redes sociales?

-A estas alturas todavía pueden lucir como un mal necesario, pero como siempre, la culpa no es del medio, sino de quienes las manejan. En algún momento su uso deberá estabilizarse en beneficio de todos. Las redes tienen el don de la brevedad, pero también el riesgo de la frivolidad o de franca insensatez. Su falta de regulación hace permisible cualquier cosa. Leía que algo de lo que más han propiciado las redes sociales’ es el hacer visibles a legiones de idiotas que antes hacían o decían, en la intimidad de sus círculos, ahora lo hacen público muy fácilmente’. Entonces, por una o dos circunstancias que valen la pena en las redes, encuentras mil nocivas, absurdas o estúpidas.  Con el tiempo, cada vez más las personas aprenden a distinguir lo auténtico de lo falso, pero falta mucho camino por andar, lo triste es que la gente cada vez se conforma más con temas y con informaciones superficiales. Para qué leer tres, cuatro o cinco cuartillas, si con un par de párrafos se medio enteran del tema o, ¿para qué leer un libro, si tienes disponibles resúmenes o fragmentos? Muchos, no todos, prefieren lo ya masticado y digerido, antes de hacer el esfuerzo propio de informarse, invertir tiempo en hacer una investigación seria o en buscar información de primera mano. La paradoja es que viviendo en la Era de la Información, la gente se conforma con la desinformación o con información distorsionada.

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