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Cantinflas, Pulqui flas…

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Acudo al refrito, que es una especie de robo de textos periodísticos con licencia bucanera o patente de corso.

Copio el mensaje de Juan Carlos Hernández Wilson, aprovechó su buena memoria y los recuerdos de su padre, Jesús Hernández Tamez, editor y director de diversos medios y promotor de Chupamirto dibujo e historietas, y luego impulsor del personaje de Cantinflas, al que llevó de la carpa al teatro de revista.

En la carpa Ofelia se presentaba la caracterización humana de Chupamirto, al que en afortunado incidente sustituyó Mario Moreno

Ridículo, como suelen ser quienes pretenden inventarse biográficamente, en una entrevista años después, el actor le aseguró al periodista que había llegado de frac y sombrero de copa a los escenarios.

Hay por ahí una foto del cómico que exigía de que le llamaran comediante, en la que aparece con el atuendo mencionado

Se trata de una gráfica cuando como bailarín participó en el espectáculo carpeto, sitio al que llegó según biógrafos de ocasión, invitado por Manuel Medel.

Ahora sabemos que el periodista Hernández Tamez, no sólo lo apoyó sino que permitió que se apropiara del personaje de Chupamirto e inclusive que lo hiciera con distinto nombre. Cita a los biógrafos de ocasión: adoptó el nombre de Cantinflas como una derivación de Pulqui flas.

Sobre eso hay incontables versiones. Tras el éxito en la carpa que regenteaba quien sería su suegro, Hernández Tamez, Don Jesús, lo apoyó para presentarse en el Teatro Principal.

Recuerda el tocayo Hernández Wilson, que dos de los principales atractivos de ese teatro de revista, rechazaron trabajar junto a un carpeto.

El Panzón Roberto Soto y Joaquín Pardavé miraban con desprecio a los artistas provenientes de las varias carpas situadas en el centro de la capital.

El salario inicial de Cantinflas en el Principal y ya caracterizando institucionalmente al personaje, fue de cinco espléndidos pesos al día,

Parece poco, no lo era tanto ya que el salario mínimo apenas llegaba a esa cifra y era suficiente para una familia de los barrios populares

Cantinflas no era un hombre sencillo, personalmente lo recuerdo tras un gran escritorio en una oficina enorme y a media luz. Todavía no se hojalateaba el rostro perdiendo así gesticulaciones y gracia.

Un viejo reportero retirado de las lides informativas, lo acompañaba en esa semipenumbra. Me invitó a conocer al cómico porque la nieta del periodista se iba a residir a Cuba.

Como corresponsal de la agencia cubana, Prensa Latina, era lo más a la mano para tener una perspectiva del viaje de la apenas adolescente.

No me gustó. Preguntas muy directas y prejuiciosas y como era hora de comer de su restaurante Roma, le suban charolas. No esperé más, me despedí.

Platica Humberto López Hernández, Piolín, que con sus compañeros de generación fue a solicitarle el padrinazgo. Casi con cajas destempladas les preguntó si iban por el interés del anillo de oro de la generación.

Tampoco tuvo paciencia y Piolín logró que el padrino de ese grupo de egresado de Derecho de la UNAM recibiera el apoyo de Carlos Madrazo. Un lujo, desde luego. La ilustración es del personaje original de los años 30, obvio del siglo anterior….

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Periodista antediluviano, corresponsal en el exterior y reportero en méxico.

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