Por Gabriel Gamar
Aquí estoy de nuevo
Tratando de escribir un poema,
En esta casa llena de goteras
Que me persiguen en cualquier
rincón donde me escondo.
No es de lámina mi techo
Tampoco es de cartón de asfalto
Ni de palma,
Pero el agua es más fuerte
que el concreto
y a través de sus pequeñas grietas
lo traspasa.
Una gota pequeña puede ser insuficiente
Para salvar la vida de un sediento,
Pero esa misma gota
Puede ser la causa
De la locura de un hombre solo
Que intenta dormir tranquilo
En su propia casa.
Una casa con goteras
¡Qué desesperante!
Las cubetas no me alcanzan
Los rincones no me protegen,
Cierro puertas y ventanas
Para que la lluvia no me moje
Y su ruido escandaloso no me inquiete.
Cierro también la puerta de mi cuarto
Me cubro con las sábanas el rostro
Y me baño en sudor abochornado
Y escucho el zumbido de un mosquito
De esos que se empeñan en volverme loco.
Una casa con goteras
Es la mejor prueba
O quizá la más dura,
Que nos pone Dios
Para probar nuestra paciencia.
No hay duda que quien logra dormir
Con una gotera en la cabeza,
Tiene tanto mérito
Como el que logra escribir
Con una gota constante
Cayendo en su cuaderno.
Una casa con goteras
En verdad que enloquece,
Igual o más que una travesía
Sin gota de agua en el desierto.
Correo: gabriel_gamar@yahoo.com.mx
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