Por Gabriel Gamar
Cuando el miedo nos atrapa entre sus garras
qué difícil resulta desprenderse de él;
si cerramos los ojos para evitar su presencia
seguirá presente erizándonos la piel.
De qué sirve esconderse del miedo,
huir no resuelve nada,
más bien lo complica todo,
disfrazando los problemas de solución.
El miedo nos persigue a todas partes
y para vencerlo
hay que enfrentarlo cara a cara,
mirarlo fijamente a los ojos
y hablarle con la voz de quien lo sabe todo
aunque en el fondo seamos prisioneros del temor.
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